jueves, 28 de octubre de 2010

Teatro épico hoy

¿Qué se puede hacer con la crisis económica actual, aparte de padecerla y maldecirla? Pues hacer teatro con ella. O por lo menos esa es la respuesta que se me ocurre después de revisitar en internet Crisis in the credit system ( www.crisisinthecreditsystem.org.uk), la obra de Melanie Gilligam que visité en Manifesta 8 y sobre la que en este blog llamé entonces la atención, por motivos que ahora quiero exponer de manera más amplia. El primer motivo de mi interés es el tema elegido, que no es la crisis del sistema crediticio considerada en sentido amplio, sino la forma como la abordan esos Headquarters, esos cuarteles generales del capital financiero internacional, cuyos locus emblemáticos son Wall Street y la City londinense. Y cuyas integrantes, así como sus recursos, métodos y estrategias habituales no son objeto en esta oportunidad de análisis críticos como los que han hecho economistas como Paul Krugman o Joseph Stieglitz sino de una inquietante escenificación. En el primer capítulo de los cuatro de una narración audiovisual cuya estructura abierta dobla o parodia la de los seriales televisivos, vemos a una chica diciéndole a un pequeño grupo de adultos - reunido en un pabellón de arquitectura neo clásica situado en medio de un exuberante jardín - que lo que se espera de ellos es que cada quien interprete a uno de los personajes de típicos del mundo de las finanzas: bróker, gestor de hedge funds, diseñador de productos financieros puramente matemáticos, analista, especialista en marketing, etc. En los siguientes capítulos vemos como cada uno interpreta su respectivo papel con una fidelidad tan estricta al modelo que su interpretación resulta inevitablemente irónica. Ironía que distancia del cinismo exhibido por quienes en esta obra - y en la propia vida real - planean fríamente beneficiarse de la crisis de la que han sido entusiastas promotores. E ironía que facilita tanto la ruptura con la fascinación ludópata por las operaciones del mundo de las finanzas como con esos estados de ira o de depresión causados por la crisis que desgraciadamente ciegan el intelecto, como suele decirse.
Hay que advertir que aunque la ironía sea el efecto dominante de esta pieza teatral de Gilligam no es sin embargo él único. Esa forma de apartarse y tomar distancia de la historia que se está contando se articula fluidamente con otras formas de distanciamiento de carácter decididamente brechtiano. Y con los efectos correspondientes. Brechtiano - o si se quiere épico - es el recurso que la artista canadiense utiliza cuando muestra al espectador que el bróker o el analista es un actor y que, además, ese actor puede ser perfectamente cualquiera de nosotros. Al fin y al cabo, todos estamos obligados a interpretar cotidianamente un papel en una sociedad cada día más teatralizada, y el bróker o el analista sólo pueden cumplir cabalmente sus respectivos papeles en el engranaje demoniaco de esa máquina célibe que son las altas finanzas, cuando dejan de lado su supuesta o real personalidad y asumen que el bróker y el analista son unos estereotipos sociales cuyo esquematismo que poco o nada tienen que ver con las complejidades y las sutilezas sicológicas elaboradas y expuestas por los dramas y las novelas decimonónicas. De allí que la seducción que puedan ejercer cuando son representados en películas del estilo de Wall Street sea fetichista y no amorosa.
El distanciamiento brechtiano también permite al espectador en este caso reflexionar sobre el entrecruzamiento de lenguajes exigido por el funcionamiento del mundo financiero y sobre las consecuencias del mismo. Menciono los dos que, pienso, abren el abanico en el que se despliegan las demás. El primero es el lenguaje matemático utilizado para formalizar, diseñar y proyectar las operaciones, las transacciones y los beneficios y las pérdidas financieras y cuyo uso y conocimiento están vedados, por su propia naturaleza, a todos los legos. Entre los que evidentemente me incluyo. Y que por lo tanto exige la yuxtaposición de un lenguaje que se refiera a dichas transacciones y que, como el lenguaje común, sea comprensible para todos, incluidos el resto de los gestores financieros, los inversionistas obviamente y la opinión pública queaún exige que le informen qué es lo que está pasando allí donde se decide minuto a minuto el destino del capital a escala planetaria. Y por ende, su propio destino. Ese lenguaje es, por fuerza de necesidad, alegórico. Como lo es el titular del periódico Financial Times, mostrado en esta pieza, que(in)forma sobre lo que está pasando en estos términos: Pánico en los mercados. Y que da por supuesto que algo tan abstracto - por matematizado y de suyo tan matematizable - como son los mercados financieros, siente pánico. Como cualquier hijo de vecino expuesto a un peligro mortal. Esta figuración del mercado como una ¨ psiquis sin cuerpo ¨ - para decirlo en los términos de Macedonio Fernández - da lugar por lo demás a unas prácticas sicológicas verdaderamente insólitas, como la que es materia de uno de los episodios de esta obra. En él vemos la performance del analista de una empresa de asesoría financiara que sale al paso a la extraordinaria dificultad de pronosticar la evolución de las cotizaciones en Bolsa en un mercado global donde dichas cotizaciones varian instantáneamente, mediante el método de que dicho analista observe las pantallas donde se visualizan la evolución de los precios y de los principales indicadores de la marcha de los mercados, inhiba voluntariamente su capacidad racional de analizar y juzgar y le conceda de este modo a su propio inconsciente la oportunidad de procesar libremente los ingentes flujos de información que esta recibiendo. El resultado de este sorprendente ¨ trabajo del inconsciente ¨ no es un sueño ni un acto fallido freudianos sino un pronóstico sobre la evolución futura de las cotizaciones en la Bolsa, que la empresa asesora vende a los inversores a precio de oro.
NB. Jerôme Kerviel, el funcionario del banco Société Général, condenado a prisión por su intervencion en unas gigantescas maniobras especulativas, informó en unas declaraciones publicadas por El País (21.11.10) de cuan ´inconsciente ´ y hasta sicótico es el funcionamiento del mundo financiero actual: ¨Nadie sabe lo que se oculta en los balances de los bancos. Son completamente impenetrables. Se tarda un segundo en invertir 150 millones de euros. Cuatro en invertir 1.000 millones. Es algo que sucede tan rápido en el ordenador que se pierde el sentido de las cantidades manejadas(...) La rueda gira cada vez mas de prisa, se ha vuelto loca¨.

jueves, 21 de octubre de 2010

Ricardo Alcaide y los homeless


A Place to Hide/ Un lugar para esconderse. El título que Ricardo Alcaide ha elegido para la exposición que hoy inaugura en la galería Blanca Soto de Madrid(21.10.10) resulta revelador de cuán singular es su mirada de la arquitectura. Y digo de la arquitectura porque de ella es de lo que trata en definitiva la totalidad de las obras reunidas en esta muestra, aunque cada una lo haga a su manera, y aunque la serie que presta su titulo al conjunto de todas ellas, tenga como referencia, como argumento, como motivo, la que podría juzgarse como la negación más radical posible de la arquitectura: el precario refugio del homeless. Alcaide duda, sin embargo, de que esa mutua exclusión sea tan radical y es muy notable que en su duda no esté completamente solo. Antes que él - y en los albores de la modernidad - el abate Laugier y el arquitecto Gaston Ledoux protagonizaron un debate de enorme importancia para la cultura arquitectónica, cuyo motivo fue precisamente aquello que entonces no se consideraba arquitectura: la cabaña del bosque. Y la más elemental y primitiva posible: la cabaña imaginada por Laugier como un simple techo sostenido por cuatro postes de madera rustica con la que - según él - los hombres realizaron por primera vez el impulso que muchos siglos después habría de elevar al cielo templos y palacios de una complejidad y un refinamiento deslumbrantes. Pero el abate, antes que intentar fijar en una imagen potente el orígen de la arquitectura, pretendía defender con el ejemplo elemental de la cabaña el derecho incuestionable del hombre a responder a los desafíos de la naturaleza valiéndose sólo de su entendimiento e ingenio y contando solo con los recursos que - como los arboles del bosque - le ofrecía espontáneamente la naturaleza. Ledoux respondió a esta visión paradigmática y a la vez ingenua del individualismo moderno, con una agria caricatura titulada Abrigo del pobre, en la que un árbol raquítico, arraigado en un islote pedregoso y perdido en la mitad de un océano infinito, es el único cobijo de un individuo desnudo y tembloroso, que alza sus manos suplicantes hacia una asamblea reunida entre las nubes de dioses del Olimpo y musas de las artes, entre las que destaca con fuerza la musa de la arquitectura. El hombre - vino a decir Ledoux - no es apenas nada si le faltan las luces que dispensan generosamente los dioses y los sabios.
Esta querella - que parecía tan olvidada como la querella entre el romanticismo y la Ilustración y en la que de hecho se inserta - resurge en la obra de Alcaide, aunque en términos muy distintos. El homeless es la versión contemporánea del individuo solo y perdido en una isla desierta que, en vez de esperar los planes redentores de los expertos o la piadosa caridad de los creyentes, se busca literalmente la vida en las calles, exprimiendo su ingenio para improvisar cada día, utilizando los desechos de la gran ciudad, un refugio donde pasar la noche. Alcaide le rinde homenaje a este heroísmo innominado, con una serie de refinadaspinturas que son otras tantas versiones de la geometría aleatoria que ordena las frágiles construcciones de los homeless. La mediación de la geometría entre necesidad, imaginación y medios disponibles - característica de las arquitecturas clásica y moderna - conjugada libre y espontáneamente por quienes no tiene nada distinto de sí mismos. Y que si buscan algún modelo para orientar su esfuerzo, lo encuentran de primera mano en las vallas y cercamientos de fachadas y de obras públicas, a las que, como era previsible, Alcaide ha dedicado unas cuantas fotografías y alguna escultura en formica.
Él no se queda, sin embargo, en ese homenaje sino que contrasta abiertamente el refugio precario del homeless con los interiores de la arquitectura moderna, tal y como ella se ha realizado ejemplarmente en la ciudad de Sao Paulo. Lo ha hecho en una serie de fotografías titulada Con-Decorado Inmobiliario, que muestran aquellos ángulos en los que dichos interiores racionalistas se ofrecen como lugares donde esconderse de un mundo que, súbitamente, se ha vuelto axfixiante. O extraño. Pero el contraste alcanza ese punto extremo de la oposición en la que los extremos de la misma se tocan, en la pequeña escultura Casa de Revista, construida literalmente con revistas de arquitectura, cuyas imágenes deslumbrantes están destinadas a excitar las fantasías de quienes más que una casa buscan en la casa la realización de un sueño. El mismo sueño de libertad individual que para un homeless quizas no sea mas que una pesadilla.

martes, 19 de octubre de 2010

El reality show de los mineros.

¨ La vida imita al arte ¨ escribió Oscar Wilde y yo lo repito ahora pensando en que lo que le ha sucedido a los mineros atrapados durante 69 días en el fondo de una mina chilena fue anticipado por Santiago Sierra. Él fue quien puso el guión o por lo menos el rasgo distintivo del guion seguido por este acontecimiento mediático, el más espectacular de la temporada, si hemos de dar crédito a las informaciones periodísticas según las cuales la transmisión en directo del rescate de dichos mineros fue seguida por mil millones de telespectadores en todo el mundo, muchos más que los que siguieron la final de la pasada edición de la Copa Mundo de fútbol disputada entre España y Holanda, y que hasta ese momento batía los record de audiencia de la temporada. Qué noticia: el teatro le gana por primera vez al futbol la partida de las audiencias masivas. Cierto, es un teatro que no se reconoce como teatro porque como en el caso paradigmático, ejemplar, del programa televisivo Big Brother es el cumplimiento inesperado y extremo del imperativo que el naturalismo formula a sus actores: actúa como si, en vez de público, hubiera una cuarta pared y actuaras en la intimidad;actúa con la misma naturalidad con la que vives. O con la que tendrias que vivir. Es también la clase de teatro que Santiago Sierra desplazó del ámbito televisivo al de los escenarios privilegiados del arte y en el que, además, introdujo por primera vez a los obreros. Que no fueron convocados por él para que - como los protagonistas del Gran Hermano- interpretasen de la manera más espontánea posible los papeles difusos que cada quién interpreta en su vida cotidiana sino para que pusieran en escena su propia condición de obreros. O sea de ¨hombres sin atributos ¨ en los que toma cuerpo la pura potencia o la disposición igualmente abstracta para ejecutar cualquier tarea, la que sea. Sea la de ocupar una sala de exposiciones de un museo para bloquear el paso a los espectadores ansiosos de entrar en la misma, sea para mover pesados bloques de hormigón armado de un extremo a otro de una refinada galería de arte.
Los mineros chilenos eran solo eso: mineros, hasta que el desplome de unas cuantas galerías de la mina de cobre en la que trabajaban los dejó encerrados a centenares de metros bajo tierra y completamente aislados hasta que los equipos de rescate lograron hacer llegar a su refugio una sonda que, a partir de ese momento, se convirtió en su cordón umbilical con el mundo. Y con el mundo tal y como es ahora mismo: mundo de la imagen omnipresente gracias a una red de redes capaz de poner en pantalla en vivo y en directo y en tiempo real los acontecimientos más remotos e insólitos. Gracias a la conexión permitida por esa sonda milagrosa los mineros no solo alentaron esperanzas de supervivencia sino que se transformaron en los protagonistas involuntarios de un auténtico reality show mediático donde, sobre la verosimilitud de índole naturalista que es habitual en los mismos, se superpuso la verdad de una situación que era en definitiva una carrera contra el tiempo, de cuyo éxito o fracaso dependía literalmente la vida de los mineros. Y por mucho que desde Kant la experiencia estética se haya intentado idealizar poniéndola en relación determinante con la razón o con el concepto, lo cierto es que aún siguen conmoviéndonos aquellas experiencias que implican un peligro real de muerte violenta para quienes las padecen. Y que nos proporcionan – tal y como lo señaló Burke - el placer egoísta de contemplarlas sabiendo
que, como espectadores, estamos completamente a salvo de ese peligro real. Aquí está probablemente la clave del éxito verdaderamente extraordinario de este singular reality show, en el que la constante exhibición de las actividades cotidianas de los mineros atrapados, de sus familiares, de los equipos de rescate y de las autoridades estuvieron siempre sobre determinadas por la amenaza de muerte que desde el comienzo pendía sobre la cabeza de todos los directamente implicados.
He escrito ¨ actividades ¨pero tendría que haber escrito ¨dramas ¨porque así, como formando parte de un ¨drama ¨ o de ¨ una película ¨, fueron calificadas las vicisitudes cotidianas de los protagonistas por quienes se sentían espectadores de las mismas y no distraídos televidentes. Los mineros, en cambio, no se resignaron a ser sólo los protagonistas de lo que, en virtud de la escenificación mediática, leímos como un drama intenso y excepcionalmente verosímil. O por lo menos no se resignó Mario Sepúlveda, el electricista y líder sindical cuya jovialidad y sentido del humor cumplieron un papel decisivo en la lucha de todo el grupo contra la desesperación. Él fue quien declaró, inmediatamente después de ser rescatado: ¨ No quiero que me traten como artista o animador, sino como Mario Sepúlveda minero. Nací para morir amarradito al yugo¨.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La consagración del lugar.

La exposición Desplazamientos - abierta actualmente en Casa Encendida - puede leerse como un balance e inclusive como una muestra representativa de lo sucedido en el arte español en la última década. Al fin y al cabo conmemora explícitamente los diez años de existencia de Generaciones, un programa de premios y becas patrocinado por Caja Madrid, del cual se han beneficiado 500 artistas, entre ellos los diez elegidos por un jurado encabezado por Estrella de Diego para formar parte de esta selección y que ocupan además un lugar destacado en la actual escena artística. ¨Diez de diez ¨ es casi una fórmula de cuadro mágico de números y quizás son igual de mágicos los motivos por los que dicha comisión ha elegido a estos artistas y a no otros. Mágicos o, en cualquier caso inescrutables para mí, que prefiero dejarlos de lado y concentrarme en el resultado neto de esa elección: diez artistas, diez obras. Y todavía más: en la tendencia que domina en ese conjunto y que podría calificar de consagración del lugar como lugar de la nostalgia, como locus saturnino. Esto es algo que podría decirse por lo menos de Laura Almarcegui, que vagabundea por los extrarradios y los rincones perdidos de las grandes ciudades, en busca de esos descampados dejados de la mano de Dios - como suele decirse - para recuperarlos y sobre todo ungirlos, exigiendo en consecuencia a las autoridades competentes que los curen, que velen por la preservación de su estado actual el máximo tiempo posible. Ella es consciente de que no están definitivamente libres de padecer las impactantes transformaciones de los espacios urbanos producidas por el mismo progreso urbanístico que en su día los abandonó a la vera del camino, pero que mañana puede volcarse sobre ellos para satisfacer implacablemente sus fines. Algo semejante hace Ibón Arramberri cuando expone las señales y las indicaciones de tráfico puestas en los caminos y las carreteras que fueron sumergidas para siempre por las aguas de un pantano. Esas señales son fetiches, mejor aún, relicarios de unos lugares perdidos sin remedio. Las meticulosas fotografías de Bleda y Rosa revisitan y a la vez monumentalizan al modo fotográfico, sitios que, como las ruinas clásicas, ya son monumentales por el papel que previamente les fue asignado de escenarios mudos de los episodios más notables de una historia que es tan ejemplar como irrecuperable.
Sergio Belinchón y Pedro G. Romero son, sin embargo, quienes han realizado las operaciones más audaces de consagración del lugar. El primero expone una obra titulada El bueno, el malo y el feo, que consiste en una reproducción de la mítica película de Sergio Leone que suprime radicalmente sus personajes y sus acciones para dejar en pie solamente el audio y los lugares que les sirvieron a los primeros de escenario. La ficción cinematográfica se anula en beneficio exclusivo de los lugares que ella misma mitificó y por lo tanto desterritorializó. La pieza que presenta Pedro G. Romero es parte de su proyecto de larga duración Archivos FX y como ellos es una mezcla de Tesaurus y Atlas Mnemosine warburgiano, cuya pieza clave es siempre la fotografía de un lugar que pasa a ser consagrado por la singular- y hasta ahora omitida - historia de la iconoclastia en España, a cuya (re)construcción esta dedicado Romero desde hace años.
En fin, los artistas que se distancian de la fijación en el lugar podrían ser la pareja David Bastué y Marc Vives y el propio Federico Guzmán. En Estado de cambio - que es la obra de los primeros - los espacios son claramente las cambiantes escenografías de unos relatos delirantes, surrealistas si se quiere. Como también es surrealista Hombre- árbol, la pieza de Federico Guzmán que paradójicamente interpreta al hombre y lo presenta como un ser esencialmente desarraigado.

(14.10.10)

martes, 12 de octubre de 2010

Marlon de Azambuja: el juglar del espacio.


Hace unos cuantos días escribí en este mismo blog una entrada en la que en el mismo titulo celebraba el incansable activismo de Tania Brugera. Hoy, sin embargo, me siento en la obligación sino de enmendar por lo menos de corregir dicha celebración, forzado por la abrumadora evidencia de que si hoy en día hay un artista superactivo, ese es el brasileño Marlon de Azambuja. Un dia sí y el otro tambien, una semana sí y la otra tambien, recibo correos suyos informándome de la inauguración de una exposición suya, sea individual o colectiva, en una lista cada vez mas larga de ciudades: Madrid, Sao Paulo, Badajoz, Berlin, Lisboa, Porto... En todas esas ocasiones Marlon realiza la misma clase de obras que está realizando de manera ininterrumpida desde hace tres o cuatro años. Y que son, en realidad, intervenciones muy originales en el espacio, todas orientadas por al único proposito de convertir en volúmen lo que en una arquitectura e inclusive en un mobiliario dado es un hueco o un vacío. Y de hacerlo con un medio tan precario y modesto como es la cinta adhesiva de colores. Cierto, la geometría rige tambien estas intervenciones y por lo mismo podría decirse que el trabajo de Azambuja es una prolongacion de la muy sólida tradición geométrica y constructivista del arte moderno brasileño. Pero la imaginación, el desbordante ingenio, asi como los colores vibrantes de las cintas, le imprimen a sus obras un aspecto extraordinariamente festivo y le conceden a él el papel de alegre renovador de una tradición muy sobria. Para mí no hay duda: Azambuja es un juglar del espacio antes que un riguroso arquitecto del mismo

lunes, 11 de octubre de 2010

Manifesta 8: el lugar de la crisis.



La octava edicion de Manifesta es ciertamente un buen inventario de los temas y las preocupaciones que integran la agenda difusa que ha imperado en la escena artística internacional durante la última década, por lo menos. Este festival - que se está celebrando actualmente en Murcia y Cartagena - incluye obras y artistas que mayoritariamente responden a asuntos como la celebracion de la ruina y del accidente, la deconstrucción de los dispositivos técnicos y conceptuales de la percepción, el cuestionamiento de la cultura patriarcal, el racismo, la segregación social y la xenofobia, la reivindicación del multiculturalismo y defensa de la memoria histórica y de los singulares microrelatos en los que toma cuerpo, y relectura de los archivos ... En fin,la crítica de la guerra, el terrorismo y la violencia ¨ expandida ¨, tal y como la califica el equipo de brumaria que expone un trabajo bajo ese titulo en las celdas de la cárcel San Antón, una de las sedes de este festival de las artes en Cartagena.
Pero esta abundante diversidad temática hace todavia mas notorio el hecho de que la actual crisis económica apenas figura en esta edición de Manifesta. Y no se sabe bien si por decisión de los tres equipos curatoriales, porque todavia los artistas no han incorporado la crísis al círculo de sus intereses y preocupaciones o solamente porque quienes sí lo han hecho no han descubierto aún las vias de aproximacion e intelección y los medios adecuados de expresión de estas últimas. Yo me inclino por una explicación que articule estos tres factores, pero aún así adjudico el mayor peso al último, porque si algo caracteriza a la actual crisis económica mundial es el hecho de que la explosión semántica que la ha acompañado ha producido paradojicamente una auténtica implosión del sentido, el catastrófico desfondamiento de este último. O dicho en otros términos: hay tal exceso de palabrería en los media que el resultado final es que nadie entiende cabalmente qué es lo que realmente está pasando. En España, por ejemplo, existe un alto porcentaje de ciudadanos para quienes la crisis mundial del capitalismo tiene un único responsable y ese es ! Rodriguez Zapatero¡.Por eso valoro tanto una obra como la de la artista canadiense Melanie Gilligan, que intenta salir del embrollo generado por la charlatanería mediática por medio de una pieza que es a la vez parodia y sátira del lenguaje y de los personajes estereotipados que agenciaron y vehicularon las fuerzas y las tendencias económicas que desencadenaron la crisis. Se titula ¨ Crisis in the Credit System ¨ y es un video monocanal de 38 minutos de duración, que pone en escena el resultado del desafio que la artista le lanza a un grupo de personas comunes y corrientes de interpretar el papel de alguno de esos analistas, especialistas y brokers que tan alegremente apostaron durante años en Wall Street a la ruleta, sin tener la más mínima conciencia de que esa ruleta resultaria siendo rusa. El resultado es brillante y desde luego revelador. Y no solo porque desmistifique una retórica y unos personajes que hasta ayer estaban poco menos que sacralizados sino porque muestra hasta qué punto es pertinente acudir hoy a la parodia, la sátira e inclusive la ironía para intentar tomar consciencia de qué es lo nos está efectivamente pasando. Parafraseando a Nietzche habria que decir que hoy, lo que verdaderamente nos hace falta, es una gaya ciencia. Una ciencia alegre y nada triste ni póstuma.

sábado, 9 de octubre de 2010

Los usos de Val del Omar

Val del Omar fue un artista que sorteó el áspero conflicto entre la voluntad politica de la república española y la todavia mas omnicompresiva y absorvente del franquismo, concentrando cada vez mas su obra en la experimentación tanto formal como técnica en los territorios de la cinematografía. En su día, esta estrategia fue reconocida y premiada sin que ninguna de las dos hubiesen bastado sin embargo para abrirle las puertas de la popularidad. Pero esta situación pareciera a punto de cambiar, a juzgar por la frecuencia de sus reapariciones publicas postmortem de los últimos meses, en algunos de los escenarios mas importantes del arte contemporáneo español. La comparecencia mas destacada es, obviamente, la que ha tenido lugar en el Museo Reina Sofia de madrid, donde esta misma semana se ha inagurado una gran exposición retrospectiva que - curada con su sabiduria y buen criterio habituales por Eugeni Bonet - ofrece una panorámica muy completa de la divesidad de intereses, temas, recursos estilisticos y técnicos puestos en juego por Val de Omar, a lo largo de su dilatada carrera artística.
Pero él tambien estuvo presente en Utrópicos - la edición de la bienal de Pontevedra, que tuvo lugar el verano pasado en dicha ciudad gallega - cuyo curador, Santiago Olmo, decidió incluir parte del trabajo de documentación cinematográfico que Val de Omar dedicó a las misiones pedagógicas organizadas por la república española con el fin de reeducar a un pueblo víctima mayoritariamente de la mala educación clerical. Olmo quiso con este gesto establecer conexiones entre ese proyecto histórico y proyectos actuales de artistas caribeños y centroamericanos que intentan popularizar los modelos contemporaneos de experiencia estética. Ecperiencia interactiva y no puramente pasiva.
Hoy, el turno de recuperacion de la obra de Val del Omar, le corresponde a Manifesta,el festival internacional de arte contemporáneo que abre su octava edición en Murcia y en Cartagena, en una docena de sitios y con obras de cerca de centenar y medio de artistas. Entre ellos, el artista checo de origen griego, Stefanos Tsivopoulos, que expone en una de las salas del magnífico Casino de Cartagena, una de las mejores obras incluidas de esta edición. Es una video proyeccion titulada elocuentemente Amnesialand, y ofrece una bella y estimulante reflexion audiovisual sobre La Unión - un antiguo y muy importante centro minero de la región de Murcia - en la que concurren la geologia, el paisajismo, la historia, la música y la literatura. E incluso la filosofia, porque en el curso de esta insólita lectura de La Unión como lugar de la historia y la memoria colectiva, el concepto de Acontecimiento - tal y como lo ha reelaborado Alain Badiou - aparece y reaparece como un ritornelo. Y tambien etá - como ya está dicho - Val del Omar y de nuevo con su documentación sobre las misiones pedagógicas y, más especificamente, con secuencias del documental Murcia - que Pedro G. Romero califica de ¨film manifiesto ¨- rodadas en La Unión y su entorno.
En el contexto discursivo elaborado por Tsivopoulos, Val del Omar muestra aspectos y facetas ineditas de una obra que, quizas no alcance nunca la popularidad, pero que se está revelando como potencialmente inagotable para quienes estan dispuestos a reactivar sus contenidos mas subversivos.
(09.10.10)



Stefano Tsivanopoulos. Una imagen muere cuando la mirada que la ilumina ha desaparecido.