miércoles, 27 de mayo de 2009

Insistiendo sobre el arte y la crisis.

Me reúno con la artista Loreto Alonso (26.05.09) y discutimos largamente sobre las relaciones entre el arte y la actual crisis. Los acuerdos entre nosotros quizá pesan tanto como nuestros desacuerdos pero al final quedan algunas cosas claras. La primera que sí que vale la pena debatir las relaciones entre el arte y la crisis. En segundo lugar que ese debate debe sobrepasar la definición y los términos puramente economicistas de la crisis, planteando que la crìsis que actualmente padecemos es una ´crisis sistémica ´ - tal y como lo diagnosticó Inmanuel Wallerstein en sus recientes conferencias en Madrid - y por serlo afecta tanto al sistema financiero internacional centrado en Wall Stret como a las formas de acción, de vida y de pensamiento que se expandieron par y paso con la vertigionosa expansion de ese sistema a escala planetaria en las tres últimas décadas. También nos pusimos de acuerdo en que la análisis, la reflexion y el balance de las relaciones entre el arte y la crisis no pueden reducirse al esquema simple- y en definitiva maniqueo - según el cual el arte tiene un estatuto o está situado en un ámbito que es exterior ante y post a todos aquellos ámbitos que estan experimentando o directamente sufriendo la crisis. El arte - su estatus, sus modos, sus instituciones, sus propósitos, las formas específicas de su autonomía y sus servidumbres - tambien está tocado por la crisis porque esta crisis es precisamente ´sistémica´y no meramente coyuntural, reiterativa y de alguna manera rutinaria. La figura social que pone en evidencia la ´contaminación ´ del arte por la crisis es la del ejecutivo neoyorquino de las finanzas que desplegó durante las últimas décadas una actividad muy imaginativa, innovadora y performativa en un ámbito linguístico claramente autorreferencial. Esa actividad tomo cuerpo - si es que asi puede decirse - en la creación incesante de productos financieros cada vez más abstractos y sofisticados y en la de una contabilidad calificada justamente de ´ creativa ´. Y el ámbito de su despliegue bien puede ser calificado de ´especulativo ´porque consistió en un singular juego de espejos en los una imágen se refleja en otra y esta a su vez en una tercera y así hasta el infinito, en un laberinto de espejos cuya alegoría mas potente la ofrece sin duda la secuencia de los espejos en La dama de Shangahi, la legendaria película de Orson Welles. Este ámbito especulativo - homologable con la cultura del simulacro tal y como la teorizó Jean Baudrillard justamente al inicio del ciclo historico ahora en crísis - puede ser definido igualmente y desde el punto de vista linguístico como ´ autorreferencial´. Los signos que tienen significado en dicho ambito son ´autorreferenciales ´por cuanto han suprimido, denegado u obliterado cualquier referencia externa y sólo se refieren a si mismos o se refieren sólo los unos a los otros: un signo reenvìa a otro y este a otro, igual a como una imágen reenvia a otra en el laberinto de espejos de Welles. ¿ Podrá el mundo del arte preguntarse hasta qué punto sus modelos de accion, de significación y de autoconciencia coinciden o no con los modelos agenciados por los ejecutivos financieros y - si fuera el caso - autocriticarse y disparar contra el laberinto de espejos, tal y como lo hace el propio Orson Welles para librarse del que lo encierra en su propia película ? ¿ O habrá que esperar a que un extraño todavía sin rostro llegue de donde no se sabe donde y dispare sobre el pianista?

2 comentarios:

  1. Lo siento, pero no entiendo nada

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  2. Interesante este dialogo. Ya nada escapa a la crisis y, según parece, los que nos han metido en ella, son tremendos artistas, ay, ¡el arte de la crisis!

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