viernes, 19 de junio de 2009

El placer de la pintura.

Despues de años de aplazamiento se inaguro´ por fin (02.06.09) en el museo Reina Sofia Los esquizos de Madrid, la exposicio´n dedicada a la llamada en su dia nueva figuracion madrileña. Aplazamientos causados no solamente por los bruscos cambios de la programacion del museo sino tambien la muerte anunciada de quien fue el responsable inicial del proyecto: Quico Rivas. Desde luego no puede decirse que el era el unico superviviente de la generacion de criticos de arte vinculados directamente con el grupo de artistas, fotografos y pintores que, en los años 70/80 del siglo pasado, protagonizaron un movimiento que termino por convertirse en legendario. Tanto o mas cerca del grupo estuvieron Juan Antonio Aguirre, Juan Manuel Bonet, Angel Gonzalez, Francisco Calvo Serraller, todos aun vivos, todos activos. Pero a diferencia de todos ellos Quico Rivas se mantuvo fiel hasta sus ultimos dias a la vertiente acrata y hedonista que tanto peso en el pensamiento, en las actitudes, en la conducta e incluso en las obras que caracterizaron a un grupo que se deshizo tan placidamente como en apariencia se habia formado. De hecho, cuando ya todos los criticos mencionados habian alcanzado una solida respetabilidad academica y profesional, Quico Rivas seguia actuando como un cazador solitario, como un francotirador extemporaneo, capaz de promover aventuras editoriales como la revista Refractor, imaginar - junto con Rafa Zarza - proyectos como Otras galerias - dedicado al arte que hacen los presos - o embarcarse en una huelga de hambre sin porvenir en apoyo a los trabajadores de la limpieza contratados por un municipio cercano a Sevilla. Eso, para no mencionar la acida ironia con la que acompaño desde la distancia la acelerada institucionalizacion experimentada por el arte español contemporaneo en las dos ultimas decadas. Por eso se echa en falta su presencia de cuerpo entero en una exposicion en la que sobrevuelan tercamente esa acracia y ese hedonismo. Y mas precisamente ese ´placer de la pintura ´ defendido por Marcelyn Playnet en un ensayo que fue traducido oportunamente por Javier Rubio y que intento ser una traslacion al terreno especifico del arte de la tesis defendidas previamente por Roland Barthes en su ´Placer del texto ´. La importacion del corpus y los metodos de la linguistica de raiz saussiariana en el analisis y la critica literaria - de la cual el propio Barthes paradojicamente habia sido pionero - estaba produciendo una rarificacion tan alarmante de las mismas, que Barthes se creyo en la obligacion de reivindicar al texto como objeto de deseo y fuente del placer. Y Playnet - invirtiendo la formula horaciana de Ut pitura poiesis - quizo hacer lo propio con la pintura, en una coyuntura como la de los años 70 del siglo pasado, marcada por la irrupcion del happening, el body art o el video y sobre todo por el poderio de unas tendencias iconclastas que ponian en cuestion la existencia misma de la pintura. O que se dedicaban abiertamante a deconstruirla. Como los activistas de support surface.
A mi esa reivindicacion barthesiana no me resulta anacronica sino, por el contrario, intempestiva, en una coyuntura como la actual en la que un nuevo retorno a la pintura solo tendria sentido y justificacion si la encuentran previamente unos discursos teoricos que, intentando ir mas alla del posestructuralismo, se topan sin quiza advertirlo con la impenitente fenomenologia. Como, por lo demas, le paso a Barthes, en su no menos celebre ´Camara lucida ´.
Si, la exposicion de los esquizos de Madrid es una gozada.

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