Ayer cerró sus puertas la edición 29 de ARCO, la feria de arte contemporáneo de Madrid, y el primer balance de la misma me lo ofrece esta misma mañana (22.02.10) una noticia del magazine cultural on line
hoyesarte.com bajo un titulo muy afirmativo: ¨ Buen año para ARCO¨. Y el contenido de la noticia se esfuerza en fundamentar un balance tan optimista citando a Luis Eduardo Cortés, el director general de IFEMA, para quien ¨ el resultado es positivo desde el punto de vista comercial. No solo se han cumplido sino que se han superado las expectativas de ventas¨. La declaracion, sin embargo, no es tan contundente como el titular de hoyesarte porque podria interpretarse tanto en un sentido positivo (se vendió mucho) como en un sentido negativo: las expectativas previas eran tan bajas que cualquier venta por pequeña que sea ha terminado siendo satisfactori. Pero especulaciones aparte, lo cierto es que las declaraciones de Cortés sobre el éxito de ventas de la feria han resultado medidas y discretas si se las compara con la encendida retórica triunfalista con la que tanto la dirección de ARCO como de IFEMA exaltaban los logros comerciales de la misma. Y en todo caso dichas declaraciones de Cortes no encajan con lo que podría ser un balance artistico de la feria, que este año es, desde el punto de vista de la calidad de la oferta, cualquier cosa menos brillante. ARCO ha sido por muchos años un escaparate deslumbrante que iluminaba una oferta de arte contemporáneo de extraordinario interés firmada por las estrellas en ascenso del olimpo artístico internacional, que atraían la atencion de criticos, teóricos, coleccionistas y directores de centros de arte y museos agentes y protagonistas del main stream del arte contemporáneo. Pero en esta oportunidad no ha sido así. Y la sensacion difusa pero persistente de encontrarse ante una oferta artistica de término medio - para decirlo de alguna manera - agravaba el desasoiego que producía circular por las calles del pabellón 10, cuya inusual amplitud era el testigo silencioso del gesto de las numerosas galerias que a última hora no ocuparon los stands que previamente se les habia asignado.
El exceso de espacio hacía mas cansada, aún si cabe, la visita a la feria. Se podría haber suprimido un pabellón y no hubiera pasado nada. En cuanto a ventas nunca lo sabremos, el dinero B circulante es mucho y hacienda nunca se atreve a meterse con el tema de las galerías
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