O como reciclador. Que ambas palabras remiten a quien hurga en los desechos para recuperar las antiguallas, las chucherias, los trastos viejos, los pecios de los múltiples naufragios de la vida cotidiana a los que intenta dar una nueva vida. El oficio - hoy casi extinguido en las capitales metropolitanas aunque no en las metrópolis tercermundistas - le inspiró en su día a Walter Benjamin la metáfora del ´ historiador como buhonero ´con la que quiso ofrecer una imagen potente de su concepción del historiador materialista como aquel que husmea en los basureros de la historia en busca del sentido de la misma reprimido por los monumentos, las efemerides y los archivos oficiales. Y hoy (11.12.09)traigo a cuento este término porque en las últimas dos semanas he topado con tres artistas actuando como buhoneros. A Emilia Azcárate - la primera de ellas - le dediqué una entrada este blog en la que mencionaba su trabajo con desechos sin explicar que con etiquetas, tapas de bebidas gaseosas, latas, botes, cuentas de colores abandonados o lo que sea - siempre que haya sido abandonado o arrojado a la basura -ella compone instalaciones y obras murales de disposicion geometrica que evocan los diseños de los tejidos étnicos o los mandalas de la tradición budista pero tambien las pinturas y las construcciones geométricas de sus compatriotas, los cinetistas venezolanos. Es cierto que el desecho se pone en las obras de Azcárate al servicio de una finalidad puramente estética pero aún así sobrevive como huella o vestigio reconocible de un pasado que es ciertamente el nuestro. El segundo protagonista de estos encuentros coincidentes es Fernando Baena, de quien vi en Córdoba - en el marco de una exposición llamada El resto precisamente - un video que documenta el taller que bajo su dirección realizaron un grupo multinacional de indigentes de Madrid sobre un conjunto de fotografías de album familiar rescatado de una casa señorial abandonada por el director de la fundación caritativa donde se realizó dicho taller. En el video se ve cómo se explayan y barajan incesantemente sobre una gran mesa las fotos en blanco y negro y con copias de distinto formato que dan cuenta de la vida social e íntima de una familia que por el aspecto, el empaque y los recursos parece de clase alta, relacionada con altos cargos del régimen franquista y capaz tambien de ser muy modernos y de estar a la moda Ye Ye de los años 60. El ejercicio siguiente fue la invención por parte de esos indigentes de historias o relatos en los que encajaran esas imagenes y que pudieran ofrecer un sentido a las mismas. Y el último acto lo protagonizó Baena sepultando esas fotos en un bloque compacto de escayola que las recuerda al tiempo que las hace invisibles para siempre. Tal y como procede con el pasado que evoca cualquiera de los monumentos que ocupan nuestras plazas y parques.
Y anoche fue la inauguracion de Dentro fuera/ Comer de sobras, una instalación realizada por Isidoro Valcárcel Medina en la sede de la misma fundación que acogió el taller de Fernando Baena con los indigentes, tan dados ellos mismos a la buhonería y al reciclaje. La instalación ocupa la planta baja de la Fundación San Martín de Porres y consiste en una suerte de jardin seco ( ¿ de jardín zen ? ), cuyos senderos, delimitados por largos listones de conglomerado o contrachapado, circulan por entre ´ parterres ´ llenos de desechos. ´ Son los restos, los sobrantes del montaje de la exposición Los Encuentros de Pamplona ´- explica con la bonhomía y la sonrisa de siempre Valcárcel Medina a un público apretujado en el reducido espacio de la instalación y del que hacen parte el mismo Baena, Anna Gimein,Tono Areán, Miguel Cereceda y Rosa, su mujer, aparte de la nutrida delegación del Museo Reina Sofia: Manolo Borja, Patricia Molins, Teresa Velázquez. Cierto, este exposición de los restos definitivamente anónimos de un montaje puede leerse como un comentario ironico al empeño de José Díaz Cuyas de calificar a los Encuentros de Pamplona como el ´fin de fiesta del arte experimental ´. El arte experimental celebró entoces su gran fiesta y luego no quedó de él nada distinto a estos míseros restos - vendría a decir esta instalación. Sin embargo yo prefiero ver en ella un nuevo canto de amor de Valcárcel Medina a la pobreza, que ratifica además mi intuicion de que su vida y su obra constituyen un magnífico ejemplo de ese franciscanismo de nuevo cuño que condensa la propuesta ética y política que Michael Hardt y Toni Negri presentaron hace poco al mundo del arte como respuesta a la actual crisis mundial del capitalismo.
La intervención de Theo Firmo
Hace 13 años
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