Shadows must dance es el título elegido por Bernardí Roig para la exposición que hizo inicialmente en el museo Ca Pesaro de Venecia, en el marco de la pasada edición de la bienal de Venecia, y de la que ahora ofrece una nueva version en el IVAM de Valencia (26.11.09). Los contenidos de ambas son muy semejantes pero lo que varía notoriamente es el contexto en el que se han realizado cada una de ellas. El museo de Venecia tiene una colección relativamente modesta en la que las pinturas y esculturas clásicas se mezclan con las decimonónicas y ciertamente fue muy valiente Bernardi Roig al exponer en los espacios del palacio dieciochezco donde se enseña esa colección, corriendo el grave riesgo de producir con su intervencion confusion y ruido visual en unos espacios que están al borde del exceso y la saturación. Él resolvió sin embargo felizmente el desafio, disponiendo sus obras de tal manera que entablaron un diálogo muy estimulante tanto con las piezas vecinas de la colección como con la prolija ornamentacion arquitectónica de las salas, las escaleras o los pasajes. Y ello fue posible porque Bernardi contaba de antemano con el hecho de que su obra - aunque centrada en representaciones escultóricas realistas del cuerpo humano - tiende a esa clase de teatralizacion que en vez de enmascarar u obliterar el artificio lo subraya y lo potencia extraordinariamente. De alli que la teatralidad de sus obras duplicase como un espejo alterado la enfática teatralidad barroca del Ca Pesaro. En el caso del IVAM esa misma teatralidad se impuso a la arquitectura aseptica, neutra, característica del White Cube, de las salas convertidas inesperadamente en vestibulos, antesalas, palcos y plateas de los
tableaux vivant de una dramaturgia suspendida en un presente eterno que rinde homenaje a la belleza gélida de la crueldad.
No me ha quedado claro si te gustó la exposición o no.
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