En Noche buena( 24.12.09) me asomé por primera vez en mucho tiempo a la versión española del programa
The Big Brother, al que en su día presté mucha atención, interesado en responder a la pregunta sobre ¿que resta del teatro hoy que toda teatralidad parece completamente subugada por el naturalismo tan fascinante como fatídico acuñado por los mass media?. El
Gran hermano me pareció entonces el epítome y a la vez la cifra de ese naturalismo que no se atreve a decir su nombre y que ahora, revisitado en la noche mas ritualizada de la cristiandad, me enseña de repente hasta qué extremos de estupidez puede llegar el culto a la espontaneidad a la que está dedicado el que fuera el programa mas innovador de la televisión mundial. Conviene aclarar sin embargo que la espontaneidad que cultiva y consagra el célebre programa es la espontaneidad entendida como el comportamiento natural por excelencia de los hombres ´ que nacen y permanecen libres´- como reza el preámbulo de la Constitución americana y que por lo tanto preexisten a cualquier vínculo o lazo social, que sólo contraen despues de firmar el ´contrato social´ exigido por Rousseau. Y así es exactamente como se comportan los participantes del
Gran Hermano: como individuos carentes de todo lazo social previo - incluidos la servidumbre laboral y el sometimiento al Estado- que sólo contraen a lo largo del programa televisivo los que les dictan los afectos o los que les vienen en gana. Arrojados literalmente al escenario ciertamente abstracto y vacío de la libertad absoluta no es de extrañar que los participantes del
Gran Hermano terminen comportandose como auténticos idiotas. Idiota es, según el DRAE, el que padece de idocia/ el engreido sin fundamento para ello/ el tonto, corto de entendimiento o el que carece de toda instrucción.
es Big Brother, no?
ResponderEliminarPues si que te aburriste en Nochebuena para prestar atención a semejante bodrio. No tuviste Papa Noel o algo parecido?
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