viernes, 11 de diciembre de 2009

Nomadismo en Hong Kong


El titulo de estas líneas puede resultar un auténtico oximoron para quienes conocen Hong Kong y por lo mismo saben de primera mano que es una de las metropolis mas superpobladas del planeta donde, como In the mood of Love, la extraordinaria película de Wong Kar Wai, cada habitante no parece disponer para sí de más de un metro cuadrado de espacio. ¿ Cómo es posible entonces hablar siquiera de nomadismo en una ciudad donde a duras penas se tiene libertad de movimiento y donde el único hipotético nomadismo es el de los marinos que salen de su puerto y se adentran en la vastedad del oceáno, ese doble insondable de los grandes desiertos? Eso era por lo menos lo que yo pensaba hasta cuando Marisa González me enseñó ( 05.12.09) en su estudio de Madrid - ahora vive en Londres - un adelanto del trabajo fotográfico y videográfico que está adelantando sobre las decenas de miles de asistentes domesticas filipinas que viven y trabajan atualmente en la ex colonia británica. Son tantas y su trabajo es en definitiva tan imprescindibles para el funcionamiento de la densísima urbe en la que se inspiró Juan Muñoz para su inolvidable intervención en Turbine Hall, que han conseguido ganarle el pulso a las autoridades locales que ahora consienten que ellas celebren su Day off, su dia de fiesta, en los generosos espacios de las plazas y los pasajes peatonales del sector mas exquisito del Downtown. Ese que ocupan las multinacionales, los grandes bancos y las tiendas de las grandes marcas de ropa y cosmésticos de Occidente: Armani, Chanel, Gucci, Prada, etc, etc. Y en el que en las mañanas de los domingos y días festivos surge de repente una ciudad efímera de minúsculas casas hechas de cartón, ocupadas por una legión incontable de trabajadoras filipinas que se pasan todo el día allí, leyendo, escuchándo música, comiendo, hablando con sus amigas, visitándolas y haciendo diligencias tan comunes y corrientes como escribir cartas y enviar paquetes a su familia o realizar gestiones en los bancos. Al final de la tarde, todas se marchan y esa insólita ciudad efimera desaparece con la misma rapidez con la que desaparecen los campamentos de los beduinos cuando pliegan sus tiendas y emprenden de nuevo su marcha interminable por el desierto.

1 comentario:

  1. Una buena fotografía periodística, espero que el documental tenga la misma calidad

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