La muerte de Cy Twombly (05.07.11) nos deja más expuestos que nunca a la intemperie, faltos de la destreza sobrehumana de un artista que con tanta generosidad nos ofreció en su obra la ocasión de encontrarnos con nosotros mismos, en una intimidad afectiva y reflexiva que ya no parece tener lugar en esta época de la exhibición, la inmediatez y la transparencia tout court. Esa intimidad que resulta heredera de la invocada y estimulada por los loci amoeni de la prolongada tradición bucólica y a la que nos trasportaba la pintura de Twombly y, singularmente, su refinada grafía. Sé que puede sonar a exabrupto pero aún así me atrevo a reducir, en esta hora de recogimiento luctuoso, la sutileza y la complejidad del arte de este pintor americano voluntariamente exiliado en Roma al papel crucial que cumplió en el mismo la grafía. Twombly fue muchas cosas ciertamente, pero fue ante todo un calígrafo excepcional, que supo liberar como pocos a la caligrafía de sus obligaciones con el sentido y la gramática para dejarla al desnudo como registro titubeante del ¨ temor y temblor¨ kierkegardiano que nos abruman cuando estamos más sombríos que nunca. O como el registro sismográfico del júbilo que nos asalta cuando nos sentimos intensamente vivos y propiamente conscientes de que el Paraíso es aquí y ahora. Hic et nunc. Una caligrafía, en fin, tan distante del dripping azaroso y obsesivo que Jackson Pollock convirtió en el sello distintivo de su arte, como de las pinceladas brutales y feroces con las que Willem De Kooning mas que pintar un cuadro lo agredía. No me cabe duda: la muerte de Twombly es un irreparable desastre.
Descanse en paz, le echaremos de menos
ResponderEliminarQuerido Carlos,
ResponderEliminartambién yo me he decidido a crear mi propio blog, tal como están las cosas quizá sea lo más sensato. Te invito a que lo veas (y sigas, jajaja)
juegodelasdecapitaciones.blogspot.com
Cy abrio la puerta con la caligrafia a todos que usan el lettering en las artes.
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