lunes, 1 de abril de 2013

Susana Sulic, ciberpoeta de la otra vida.


Susana Sulic se asume como una ¨ ciberpoeta ¨ o sea, como ella misma explica,  como un poeta que produce y difunde su trabajo en ¨el espacio abstracto de la comunicación ¨ que ahora mismo es inevitablemente cibernético y digital. El significado de su obra no puede agotarse sin embargo en esta definición, del mismo modo que el trabajo de los poetas tradicionales no se agota en el señalamiento de que utilizan el español, el inglés o el chino en su poesía. Ella es poeta también - y de manera decisiva - porque es poeta de la vida en una época en la que asistimos al desplazamiento del concepto y de la propia consistencia de la vida desde el campo de las metáforas habitualmente románticas y de su meticulosa descripción y clasificación naturalista hasta el de la reproducción y generación técnica, biotécnica, de la misma. Cambio extraordinario y perturbador que fue anunciado por la pieza teatral R.U.R: Robots Universales Rossum, del escritor y dramaturgo checo Karel  Copeck, estrenada en 1921 en esa misma Praga donde Borges, siguiendo a Gerhard Scholem, situó la leyenda del Golem. Del ¨ torpe muñeco ¨, presumiblemente de barro, que el rabino Judá León animó inscribiendo en su frente el nombre secreto de Yahvé, el dios innombrable. El robot de Copeck tuvo desde luego el mérito de desplaza por primera vez  a esta insólita criatura del venerable ámbito de la teología al del trabajo y la mecánica aunque conservándole la forma humana, a pesar de la deshumanización del trabajo mecanizado, ya por entonces en pleno auge. Esta forma de figurar se ha quedado sin embargo obsoleta, o por lo menos anticuada, porque lo que la biotecnología ha puesto en obra es un concepto de vida artificial que ya no puede ni quiere reducirse a la forma humana ni admitirla como su canon de lectura e interpretación. Y que ni siquiera puede encajar en los compartimentos estancos del sistema clasificatorio de Linneo. Esta revolución tan tranquila como silenciosa, que está subvirtiendo sin remedio lo que todavía queda en pie de la grandiosa arquitectura del humanismo, se manifiesta con fuerza en la obra de Susana Sulic como ¨ videos algorrítmicos ¨ que, tal y como ella explica, ¨ poseen una gramática generativa que utiliza una grilla semejante a la utilizada en la biotecnología¨ para generar imágenes dotadas de vida propia. En su obra Autophagocitacytation ha ido incluso más lejos en el camino de que las imágenes vivan su propia vida con independencia de la voluntad o los deseos de quien ha diseñado la matriz de la que emergen. En esta obra, afirma Susana, ¨ las imágenes son consideradas como ecosistemas informacionales generados por la actividad y el movimiento de entidades artificiales ¨. En suma: las obras de Susana Sulic están vivas aunque lo estén en un mundo de vida tan distinto del nuestro, que su contemplación  produce al mismo tiempo fascinación y vértigo.