El tema está allí, en penumbra, y cuando reaparece lo hace siempre intempestivamente. Como lo ha hecho ahora, en un artículo que David Verdú publicó en El País (16.09.12) y que está dedicado a lo que él llama El fin de cultura de los objetos: la desaparición en el ciberespacio de los discos, los libros o muchos otros de los objetos que antes podíamos leer, escuchar, guardar o regalar y que ahora no son mas que ¨contenidos ¨disponibles en la Red en los albores de ese capitalismo del acceso pronosticado por Jeremy Riffkins. Sólo que para dar cuenta del desasosiego que causa en tanta gente la evaporación en una nube virtual de sus objetos queridos, Verdú entrevista a Eloy Fernández-Porta, autor de Afterpop y Ero$, quien lo asocia al hecho de ¨que seguimos pensando en términos humanos un mundo que ya no lo es¨. Situación de la que ya han tomado nota el arte y el pensamiento en sus variantes más proféticas, que llevan tiempo reflexionando sobre la naturaleza y las figuras de un mundo posthumano. Donna Hathaway y su cyborg es una cita obligada en este campo. Y ahora mismo recuerdo que Jeffrey Deitch realizó en 1992 una exposición en Lausana y en el Castello di Rivoli, titulada precisamente Post Human, aunque su contenido desgraciadamente no le hizo justicia al titulo. Con apenas excepciones, ninguna de las obras elegidas exploraba seriamente el problema de construir la imagen de una situacion posthumana. De una imagen capaz de apropiarse y de interpretar una enigmática intuición de Alexander Kojeve, citada por Giorgio Agamben en una entrevista reciente. Según Agamben Kojeve afirmó ¨ que el Homo Sapiens había llegado al final de su historia teniendo dos posiciones: el acceso a una animalidad post-histórica (encarnada en el modo de vida americano) o el esnobismo encarnado por los japoneses, que continúan celebrando su ceremonia del té, vacía, sin embargo de importancia histórica¨. ¿Acaso la figura de lo posthumano es la de una ¨animalidad post-histórica¨ ?
La intervención de Theo Firmo
Hace 13 años
La cantidad de objetos que poseemos depende del precio del metro cuadrado. Esperemos que siga bajando y nos permita seguir siendo fetichistas.
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