viernes, 15 de septiembre de 2017

Cristina Lucas y el ángel de la historia.





Creo que cabe replantearse la imagen del ángel de la historia y adoptar en vez de la célebre acuarela de Paul Klee adoptada por Walter Benjamin la no menos célebre foto de Richard  Peter de Dresde destruida en 1945 por los bombardeos angloamericanos. Y no solo porque en esta última se ven efectivamente las ruinas que solo crecen metafóricamente hasta el cielo ante el aterrado ángel benjaminiano sino porque los bombardeos aéreos parecen trazar la ruta del progreso con más precisión que cualquiera otra de sus múltiples manifestaciones. El progreso es demoledor y los bombardeos lo confirman sin contemplaciones.   

Lo he pensado viendo El rayo que no cesa, una video instalación incluida en la exposición Manchas en el silencio de Cristina Lucas (Madrid,14.09.2017) que documenta  los bombardeos aéreos contra blancos civiles ocurridos en el mundo desde 1912 hasta la fecha. Incluyendo desde luego el de abril de 1937 de Guernica, motivo inicial del taller que Cristina realizó este mismo año que se convirtió en el punto de partida de este proyecto. Sus cuatro horas largas de imágenes sobrepasan obviamente en eficacia visual a la obra de referencia sobre el mismo tema, l reveladora  Historia de los bombardeos de Sven Lundqvist que, compuesta a la manera caleidoscópica de la Rayuela de Julio Cortázar,  permite adentrarse en el laberinto de agentes, medios, motivos, intereses y consecuencias letales de lo que caracteriza al siglo xx probablemente con más propiedad que el surgimiento y la decadencia del comunismo: los bombardeos aéreos.  


La obra de Lundqvist no aborda sin embargo un rasgo que parece específico de los bombardeos del siglo xxi: su secretismo. Cierto: los equipos de propaganda de Franco se empeñaron en negar que el bombardeo de Guernica por la Luftwaffe había tenido lugar. Pero este antecedente puntual palidece ante los bombardeos  en  el Medio Oriente, donde desde hace años se libra una encarnizada guerra mediática por ocultar los bombardeos realizados por las propias fuerzas aéreas y por atribuir los mismos a las de sus adversarios. Algo que  movió al arquitecto israelí Eyel Waisman  a formar un equipo multidisciplinar que bajo la enseña de Forensic Architecture se dedica a investigar, a partir de las huellas dejadas en la arquitectura y la edilicia por los bombardeos, quienes son realmente los autores de los mismos.   


Por esta razón las exposiciones de Forensic Architecture celebradas antes en el Macba de Barcelona y ahora en el Muac de Ciudad de México – y ambas curadas por Ferrán Baremblit y Cuauhtemoc Medina - enlazan con El rayo que no cesa de Cristina Lucas y actualizan oportunamente la historia escrita por Lundqvist. 

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