.Esta es una
exposición nutrida, abigarrada e inclusive anómala, que exhibe numerosos documentos, registros e impresos que no
fueron hechos para ser expuestos en museos y que difícilmente pueden ser
considerados artísticos, a menos que se recurra para otorgarles ese
reconocimiento a un concepto tan difuso como el de ¨ activismo artístico
¨. Que es precisamente lo que ha hecho
la Red de conceptualismos del Sur, o sea al equipo de teóricos e investigadores
de América Latina que desde hace unos cuantos años se han dado a la tarea de
historiar aquello que no parecía susceptible de ser historiado por la historia
del arte. O porque sus propios autores los habían considerado nada más que medios
de agitación y de expresión política de movimientos y tendencias radicales cuya
visibilidad les era negada por los media hegemónicos, habitualmente fieles a
los poderes o ellos mismos sublimación del poder. O porque, aunque son obras realizadas
ex profeso con intención artística y no política, se situaban en los márgenes de
la institución arte, a la que rechazaban, o simplemente no les otorgaba reconocimiento
ni les permitía el acceso a su ámbito de visibilidad privilegiada. Eso para no
hablar de las que simplemente son tan efímeras como los carteles, los panfletos
o los fanzines.
Esta
concepción laxa del arte y esta apuesta
por la marginalidad, la Red las ha
centrado en el conocimiento, la interpretación y la valoración de manifestaciones
y prácticas artísticas o para artísticas que ocurrieron sobre todo en los años
80 del siglo pasado marcados en el Cono Sur por las dictaduras militares que
Brasil, Chile, Argentina y el Uruguay
que ejercieron un rígido control policíaco de la vida social y practicaron el
terrorismo de Estado. Esas dictaduras sumieron en una grave crisis a las concepciones, las
organizaciones y las prácticas de los partidos y movimientos tanto de
orientación socialista como nacionalista, dando lugar a la emergencia de movimientos
alternativos que ensayaron otras prácticas y otras concepciones de la política.
Más difusas, menos partidistas y programáticas, mas proteiformes e inesperadas.
El ejemplo más conocido - y bien
documentado en la exposición - es el de
las Madres de Plaza de Mayo de la Argentina, quienes, apelando al derecho universalmente reconocido a las
madres de defender sin atenuantes la vida de sus hijos, generaron un movimiento
ciertamente político porque sacó a la luz pública la política nazi de la desaparición forzada de
personas, que era precisamente el pecado original que la Junta militar se
empeñaba tercamente en soslayar. El ejemplo fue pronto imitado por las Mujeres
por la vida en Chile, igualmente documentadas en esta muestra. Pero el
conflicto político negado por las
dictaduras afloró igualmente gracias a los proyectos de quienes se esforzaron
en aprovechar la licencia concedida incluso por las peores dictaduras de la
época a la libertad artística para generar una esfera pública alternativa a la
esfera pública dominante. Hay quienes lo
intentaron remozando la alianza extraviada entre Trotsky y André Bretón, como
lo hicieron el Taller de Investigaciones Teatrales de Buenos Aires y el Grupo
de Arte Experimental Cucaño de Rosario, que unieron fuerzas con el colectivo
Viajou sem pasaporte de Sao Paulo para relanzar el movimiento surrealista
internacional. O quienes optaron por desbordar en los hechos los límites de la
crítica liberal a la dictadura militar dedicándose al cuestionamiento de las
estructuras subyacentes del poder de Estado moderno. Muy en la línea abierta
por las investigaciones de Michel Foucault y ciertamente por los movimientos
contraculturales, de liberación femenina o de defensa de los derechos de
lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Y de las teorías Queer. En esta muestra hay una amplia y
sobre todo heterogénea representación del trabajo de los artistas y los colectivos que
siguieron este camino y cuya preocupación común podría resumirse con la célebre advertencia de Barbara Kruger: Your body is a battleground. La Red sin
embargo ha preferido recurrir a Carlos ¨ Indio ¨ Solari, el activista cultural y líder de la
banda de rock argentino Patricio Rey y
sus Redonditos de Ricota, quien inspiró el título de esta exposición con
estas palabras: ¨ La idea era perder la forma humana en un trance que
desarticule las categorías vigentes y provea emociones reveladoras¨.
El
recorrido de la exposición concluye con vídeos, fotografías, portadas de
discos, revistas de poesía e inclusive unos cuantos cuadros que remiten a una
coyuntura política distinta a la marcada por las dictaduras militares del Cono
Sur. Es la época del regreso del democracia, del auge y crisis del
neoliberalismo y en la que la fuente mas ominosa del terror ya no son ni los
paramilitares ni los guerrilleros en franca desbandada sino aquello que el
artista peruano Herbert Rodríguez califica de Violencia
estructural, en un cuadro cartel que superpone los distintos nombres de la misma: el terrorismo, los secuestros, el
racismo, la corrupción, el SIDA, el consumismo, las droga adicciones, etcétera.
Es a este catálogo de desgracias - en el que sin embargo falta el femenicido -
al que los artistas y activistas elegidos para esta exposición responden
optando por la estética punk y el rock más duro, que los sitúan muy lejos del
hedonismo carnavalesco característico de las propuestas de liberación del
cuerpo y la sexualidad elaboradas por artistas como Ney Matogrosso o colectivos como OV3RGOZO, ambos de Brasil. A
la violencia ubicua y difusa que hoy agobia a la mayoría de las metrópolis
latinoamericanas - y no solo a las del
Cono Sur - estos artistas y activistas respondieron tempranamente exaltando
paródicamente la violencia. Pura catarsis.
Me gusta..
ResponderEliminarMuy Interesante..
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