Desde luego fue un homenaje muy concurrido (18.02.11). Y lo digo tanto por los asistentes, que éramos muy numerosos, como por los participantes en la mesa redonda que fueron siete + el editor Jesús Espino, de la editorial Akal, que hizo las veces de presentador y de coordinador de la misma. Eso sin contar a Fernando Castro Flórez que, estando también invitado, excusó su asistencia y envió en su defecto un texto muy elogioso, que Espino leyó antes de dar paso a cualquiera otra de las intervenciones previstas. Que también fueron muy elogiosas, como era apenas de esperar en un acto concebido desde el inicio como un homenaje y no como una polémica y menos un juicio intelectual.
Pero aún así cabe matizar y señalar diferencias significativas entre los distintos elogios. El de Pedro Alberto Cruz, por ejemplo, recordó todo lo decisivo que fue para el despliegue inicial del proyecto del CENDEAC de Murcia el apoyo decidido de José Luis Brea que ya por entonces gozaba de un considerable prestigio intelectual, del que por el contrario carecían tanto Pedro Alberto como Miguel Ángel Hernández-Navarro, dos compañeros de la vida y de la facultad que eran perfectamente desconocidos en el resto de España. Y cuya admiración por Brea era tanta en el caso de Hernández-Navarro que – según contó - se quedó perplejo cuando Brea elogio El Corte Inglés de Murcia porque en el mismo se había comprado unas zapatillas que ¨ le quedaban muy bien¨. Él no podía imaginarse entonces que un pensador tan dado solo al pensamiento como fue el autor de Las auras frías prestara atención a detalles tan aparentemente frívolos. Mucho más coherente con la imagen de intelectual insobornable le resultó la actuación de Brea en la defensa de la tesis doctoral de Hernández-Navarro de la que él fue el tutor. En el jurado estaba Fernando Castro, quien encontró en esa tesis la oportunidad de polemizar por persona interpuesta con los ¨ estudios visuales ¨que - como se sabe - fueron el último gran objeto de interés teórico de Brea. De pronto me vi yo – contó Hernández- Navarro - en medio de fuego cruzado ¨entre Brea defendiendo los estudios visuales y Castro Flórez afirmando que los mismos no representaban ninguna novedad con respecto a la Estética¨. Anna Maria Guash celebró en cambio en su apología esos ¨estudios visuales ¨, cuya defensa ella compartió con Brea y que se materializó tanto en la edición de la revista homónima - que contó con el patrocinio del CENDEAC - como en la apertura de una línea editorial dedicada a esos temas por parte de la editorial Akal, que encargó su dirección al propio Brea. Simón Marchán fue , sin embargo, otro que puso en duda alguna de las novedades teóricas reclamadas por Brea. Y específicamente la que suponía el concepto de ¨ criticidad ¨, que, según el precoz maitre a penser de la generación anterior a la de Brea, no parecía aportar mucho más de lo que ya había aportado el concepto de negatividad acuñado por Adorno. Armando Montesinos hizo lo que tenía que hacer, que fue rendir tributo de admiración desde la amistad inquebrantable que los unió desde muy jóvenes y que les permitió compartir tantos episodios, tantas ambiciones, sueños, ideas y proyectos. Y si no recuerdo mal fue Montesinos quien celebró ya no solo la ¨ precisión ¨ de la prosa de Brea sino también su calidad poética. Ojalá ahora no me equivoque en la atribución de la contundente afirmación de que si se sacaran trozos enteros de los escritos de Brea del contexto en el que están insertos resultarían ser unos ¨poemas extraordinarios ¨. También me ha quedado flotando en la memoria, sin que pueda atribuirla a alguien en concreto, quizás porque la repitieron varios de los contertulios, la afirmación de que Brea siempre considero a la obra de arte como una forma de conocimiento. Tesis que, sin embargo, calza mal con mi impresión de que el Brea tardío – si así puede decirse – manifestó una cierta desconfianza platónica hacia la obra de arte, a la que consideraba más como un medio o un material útil para el análisis de la cultura contemporánea - que era lo que en verdad le interesaba - que como algo que fuese estimable por sí mismo.
Al final del turno de intervenciones se ofreció al público desde la mesa la palabra. Y la tomó en primer lugar su viuda, para agradecer en pocas palabras el homenaje. Y en segundo lugar la tomó Eva Lootz para leer un texto que había preparado y en el que deslizó la sugerencia de que, dado la orientación y sobre todo el estilo de su pensamiento, Brea podía ser considerado un intelectual vienés. Y recordó, a este respecto, el interés, el entusiasmo suyo por El hombre sin atributos de Robert Musil y su invitación a una ¨ acción paralela¨.
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