La cuestión del cuerpo asedia de muchas maneras al mundo del arte español, aunque no sólo a él evidentemente. Un seminario dedicado a la encarnación de la figura fantasmática del espectador en el máster de arte del Museo Reina Sofía y así como la exposición Públicos y contra públicos, dedicada al mismo tema y clausurada hace poco en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, son las pruebas más recientes de cuán importante es actualmente un interrogante que igualmente asedia la muestra dedicada a Pedro Gahrel, abierta actualmente en el Da2 de Salamanca (11.03.11). Una muestra que ofrece, entre otras posibilidades, la de esbozar una cierto esquema de la historia del cuerpo. O, mejor, de los distintos momentos en los que se ha desplegado su transformación en un asunto crucial de la cultura y la política contemporáneas. Las primeras acciones de Pedro - realizadas en los años 70 del siglo pasado y calificadas por él mismo de
Esculturas vivientes - pertenecen al momento en el que unos cuerpos forcejeando patéticamente dentro de un saco de tela elástica ofrecen una imagen de las aspiraciones libertarias de la generación de la llamada Transición española, que vive como una camisa de fuerza las restricciones impuestas durante tanto tiempo por la cruenta versión franquista de la sociedad disciplinaria. Las obras siguientes, como la
Suite en blanco de 1980, corresponden al momento en el que la desnudez de los cuerpos de la pareja de performer formada por Rosa Galindo y el propio Gahrel podía ser interpretada como metáfora de la liberación anhelada y por fin alcanzada gracias a rechazo de todos los encuadramientos disciplinarios articulados por el vestuario convencional. Y en la video performance
Prótesis de 1988, la característica del tercer momento la condensa el desplazamiento del protagonismo de los cuerpos desnudos y atados por la cabeza con la misma tela elástica utilizada en las Esculturas vivientes mientras ejecutan una insólita por las imágenes generadas por la cámara de video que uno de los dos lleva en sus manos y que son emitidas en directo por los monitores que bordeaban el espacio escénico. El cuerpo atado, el cuerpo liberado y el cuerpo digitalmente descorporizado trazan en la obra de Gahrel la ruta del desplazamiento que ha situado al cuerpo en el centro de la escena social, anulando o en cualquier caso subordinando a su desempeño físico al resto de los atributos y las componentes que históricamente habían integrado la actuación escénica en sentido estricto: la voz, la interpretación de caracteres, el drama... De allí que no resulte sorprendente la frecuencia con la que en la interpretación del arte de Gahrel se acude a metáforas energéticas, que enfatizan que el suyo en la escena era un cuerpo dinámico, un cuerpo en movimiento, que atraía y fascinaba por su formidable despliegue de energía, aun en casos como el de
Etcétera, esa performance de 1981 en la que él permanece estático como el bajo relieve de un atleta griego apoyado en una sola pierna, mientras Rosa Galindo danza frenéticamente delante suyo hasta que tanto su cuerpo como el de ella, agotadas las energías por el esfuerzo, caen a tierra. José Díaz Cuyas - en el texto incluido en el catálogo de esta exposición - insiste en la interpretación energética de la performance, a la que propone incluso traducirla por ¨función ¨por el doble significado de este término en castellano, que remite tanto a la función que cumple un operario o una herramienta como a la celebración de una función teatral. Él cita en su apoyo a Antonin Artaud, quien en su día propuso un teatro capaz de ¨Poner en escena acontecimientos pero no hombres. Los hombres llegarán en su momento, con su psicología y sus pasiones, pero serán tomados como la emanación de ciertas fuerzas¨. Pero podría haber alcanzado otro nivel de interpretación citando a Michel Foucault, para quien la clave de la sociedad disciplinaria reside en una disciplina que¨ aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una "aptitud", una "capacidad" que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta¨. Tesis que permite comprender que el arte del performance - y no solo el de Pedro Gahrel - puede invertir la ecuación disciplinaria orientando la energía corporal en contra de la ¨ relación de sujeción estricta¨ que paradójicamente la hace posible.
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