martes, 4 de octubre de 2011

Kiefer, Hirst y el problema del público.


Anselm Kiefer vino a Madrid al estreno en el Teatro Real de Elektra, la ópera de Richard Strauss de la que ha diseñado la escenografía y la oportunidad fue aprovechada por Daniel Verdú para hacerle para el diario El País (01.10.11) una entrevista que el artista franco-alemán aprovechó para poner blanco su negro su concepción del arte. Que, como era previsible, resulta tan romántica o tardo romántica como su propia pintura, tan enfática, grandielocuente y sombríamente monumental. Verdu se muestra muy interesado en los aspectos éticos de la mercantilización del arte y por esta razón le pregunta a Kiefer su opinión sobre del hecho de que su obra - como la de tantos otros artistas de reconocido prestigio - se hayan ¨vuelto refugio seguro para inversores, para el dinero negro y las ganancias de especuladores¨. Kiefer explica primero que eso es un ¨ gran accidente ¨ debido a que los dueños del dinero del mundo ¨ no pueden invertir en una canción o un poema¨. Y luego afirma que él intenta sabotear las maniobras de inversores y especuladores, prohibiendo que sus obras se exhiban en ¨ ferias, el lugar más horrible del mundo. Pido a mis galeristas –agrega - que sólo vendan a museos, les doy una prima por ello. Todo el mundo puede ver ahí el arte y no se especula con él. A mí no me importa la aceptación que tenga lo que hago. No investigo sobre eso. Al contrario, a veces freno las ventas, el mercado está sobreexplotado. Vivimos lo que Adorno predijo hace 50 años: el arte es entretenimiento de fin de semana. Y eso no es en absoluto lo que debe ser ¨.
Con estas ideas en la cabeza no sorprende que arremeta contra Damien Hirst y la ¨salvaje demolición del arte ¨ emprendida por el artista británico hace ya sus buenos años. ¨ Logro hacer antiarte, justo lo que no debe ser¨- sentencia Kifer. Pero lo que, en cambio, resulta más interesante y sugestivo es como este famosísimo pintor matiza a renglón seguido esta condena de una manera que, pienso, no es puramente irónica: ¨ Y está bien, porque a veces tiene que destruirse para que se cree algo nuevo. ¡Dos días después antes del big crash lanzó la gran subasta de Sotheby´s contra el arte ¡ Es un genio para asesinar al arte¡ Sabe lo que hace¨.
Eso de ser ¨ el asesino del arte ¨ es un calificativo que, sin contar con el remoto antecedente de Eróstrato, han querido para sí legiones de artistas desde el dadaísmo por lo menos y el propio Kiefer no parece del todo ajeno a esta singular pulsión tanática, a juzgar por la frecuencia con la que sus cuadros son una violenta agresión a la propia pintura. De allí que yo tome como un elogio más que como una condena que Kiefer califique a Hirst ¨ de asesino del arte¨ en un discurso que, desgraciadamente, deja por fuera la cuestión que para Hirst sin embargo resulta crucial. Y que es la cuestión del público. O mejor, la de la relación del arte y el público. Que es la que está a la base de la decisión de Norman Rosenthal de abrir en 1997 las salas de la Royal Academy of Art a Sensation, la irreverente exposición curada por Hirst que lo catapultó a él y al resto de los integrantes del Young British Artists al estrellato: la Royal Academy se estaba quedando peligrosamente sin público en plena arremetida thatcheriana contra las ayudas públicas al arte y la cultura. Y es evidente que desde entonces Hirst ha sido fiel a esta preocupación que - me temo - no es una preocupación importante para muchos de los artistas contemporáneos. Y no me refiero sólo a los que todavía son capaces de suscribir la tesis de que no les importa que su obra no la entienda nadie porque - como pronostica Kiefer - ya lo harán otros y en otro momento, sino a aquella nube de ¨ conceptuales ¨ que creen cualquier ocurrencia, extravagancia o chorrada que hagan es arte simplemente porque lo dicen ellos. Habría que advertirles que hoy, que estamos todos abocados a pagar sin previa advertencia los platos rotos del gran festín del ¨todo vale ¨, el público está poco o nada dispuesto a soportar más tonterías. Que se ocupan de las cuestiones y los problemas que realmente interesan a la gente o la gente no se va a interesar en lo que hacen.

1 comentario:

  1. Parece que el niño de "el traje nuevo del emperador" se levanta de la siesta.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar