Si hay algún héroe en esta crisis del capitalismo mundial ese es muy probablemente el pueblo islandés. Ese que parecía el primer beneficiario de la transformación de su país en el paraíso desde siempre soñado para los inversores internacionales y que un día se despertó con la noticia de que todo no había sido mas que un espejismo generado por la ¨contabilidad creativa ¨y que era él quien ahora debía pagar los platos rotos. Pero se negó a hacerlo: impuso la convocatoria de un plebiscito en el que rechazó el pago de unas deudas que ciertamente consideró odiosas, encarceló a los banqueros que habían perpetrado la catastrófica estafa y sentó en el banquillo de los acusados al gobernante que la había consentido y legitimado. Y se dio a la tarea de redactar una Constitución que sustituirá a la actual, impidiendo que en el futuro los banqueros puedan hacer con las finanzas públicas lo que les venga en gana. Santiago Sierra no ha permanecido indiferente a esta gesta homérica y por eso la ha honrado con una escultura que ahora esta emplazada delante de la sede del parlamento islandés en Reijavik, la capital. Se titula
The Black Cone. Monument to Civil Disobedience y consiste en una gran roca con un cono de metal negro empotrado en la grieta que la cruza de arriba abajo y una lápida en la que se lee el reconocimiento que la Declaración de los Derechos Hombre y del Ciudadano de 1793 hace del derecho del pueblo a rebelarse cuando sus derechos son violados por sus gobernantes. Admirable.
Me parece estupendo, a ver cuando nos revelamos nosotros
ResponderEliminarLo siento, es que soy fotógrafa y confundí en mi comentario la rebelión con el revelado.
ResponderEliminar