skip to main |
skip to sidebar
Bernardi Roig y el cráneo de Voltaire niño.
La intervención de Bernardí Roig en el Museo
Lázaro Galdeano de Madrid (24.01.13) me
atrae por sí misma y por la perturbación que supone de la jerarquía de edades
que todavía intenta articular y realizar el museo de bellas. O sea la que establece y petrifica las diferencias entre el pasado y
el presente, entre el arte clásico, el medieval, el moderno y el contemporáneo.
Y que es cuestionada de hecho con la coexistencia en las salas del mismo
museo de las obras de arte y trofeos de distintas épocas, escuelas, culturas y
países coleccionadas con tanto entusiasmo por José Lázaro Galdeano con las
esculturas blancas, gélidas, suprarrealistas de Roig, inequívocamente
contemporáneas. Él ya intentó una operación semejante hace unos años en el
Museo Ca Pesaro de Venecia, donde sus obras coexistieron durante una temporada con obras de clásicos del arte moderno como
Klimt, Boccioni, Casaroti o Morandi. Pero esta vez el efectode allanamiento de
las diferencias temporales entre las distintas etapas históricas del arte es más intenso evidentemente. En Ca Pesaro
las obras de Roig se enfrentaban con esculturas como las de Medardo Rosso o de Martini con las que sus esculturas vaciadas de modelos naturales podían
establecer ciertas relaciones de continuidad o de pertenencia a una
misma línea evolutiva de la escultura moderna. En el Museo Lázaro Galdeano esas
relaciones en cambio son poco o nada evidentes
por lo que salta a la vista que las esculturas
de Roig están fuera de lugar y lo están por carecer de la antigüedad que aureola el resto
de las obras expuestas en el museo. Pero esta confrontación in situ entre
antigüedad y contemporaneidad tiene el resultado inesperado de revelar la
condición contemporánea de la antigüedad.
Porque si las antigüedades son antigüedades es gracias a la decisión enteramente
contemporánea de coleccionarlas, guardarlas y exponerlas como obras magníficas
o singularmente representativas de épocas o de culturas que damos por
definitivamente pasadas y clausuradas. Si siguen allí, en el museo, como objeto
de estudio y contemplación, en vez de olvidarnos de ellas o de arrojarlas al ¨
basurero de la historia ¨ como sugerían los futuristas, es porque lo deseamos aquí y ahora. O porque así lo
determina e impone la estructura entera de la cultura contemporánea. Esta paradójica
contemporaneidad de la antigüedad, evocada con fuerza por la intromisión de las
esculturas fantasmales de Roig en el Lázaro Galdeano, me trae a la cabeza la
célebre boutade de Alfred Jarry, quién presumía de tener en su poder el cráneo
de Voltaire niño.
Hola, Carlos:
ResponderEliminarPerdona que te contacte por aquí pero no he encontrado otra vía desde tu blog. Te esribo de la editorial Taurus. Acabamos de hemos publicado "¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos", de Will Gompertz, director de arte de la BBC y ex director de la Tate Gallery. El libro explica la historia del arte contemporáneo tanto para amantes del arte como para desconcertados, y lo hace de una manera irreverente y lúcida.
Te lo comento porque quizá te apetezca escribir sobre él, y porque los días 6 y 7 de marzo el autor estará en Madrid y es probable que organicemos un encuentro con blogguers. Te dejo mi mail por si estas interesada: pcastro@santillana.es.
Un abrazo,
Paloma
VIDEOAKT 03, bienal internacional de videoarte, se celebra en Barcelona entre el 25 y 29 de junio. http://www.videoaktbiennal.com
ResponderEliminar