lunes, 20 de mayo de 2013

La escena sin fin y ¨ la revolución permanente ¨.



El  compromiso más exigente que desde el punto de vista emocional he tenido en los últimos meses ha sido, la presentación de La escena sin fin. El arte en la era de su big bang, mi libro más reciente, editado por Micromegas de Murcia. La primera de dichas presentaciones fue en la sede del Espacio Trapezio de Madrid y la hicieron Aurora Fernández Polanco y Fernando Castro. Ella fue muy amable, hasta el punto de afirmar que sentía que el libro había sido escrito específicamente para ella, tal era la coincidencia entre sus temas y los temas que a ella le interesan y apasionan. Su afirmación sin embargo no me sorprendió porque yo leí artículos y ensayos suyos antes de conocerla en persona y desde entonces sigo leyéndola con gran interés, por lo que soy bien consciente de cuán coincidentes son nuestras preocupaciones intelectuales y afinidades electivas.  En cambio, la presentación de Fernando Castro me sorprendió. Y no porque fuera irreverente y provocadora, que era algo que daba por descontado, sino por su formato, verdaderamente original. Yo admiro a Fernando porque su dominio de la parole es tan magistral como lo es su dominio de la langue, o sea, que habla tan bien como escribe. Y por eso sus conferencias y presentaciones resultan tan seductoras. Pero en esta oportunidad decidió convertir la presentación de mi libro en un auténtico show mediante un uso muy innovador y desenfadado del power point. Empezó diciendo que él no había leído el libro pero los múltiples comentarios que hizo de su contenido demostraron que lo había leído a consciencia, hasta el punto de detectar redundancias en un párrafo del mismo, que a mí, que soy su autor y que he revisado el manuscrito no sé cuantas veces, se me habían pasado completamente. Entre sus objeciones, retengo la que hizo al concepto de ¨revolución permanente ¨, que yo tomo del Karl Marx del Manifiesto comunista y utilizo en mi libro para captar el movimiento de transformaciones incesantes en temas, escenarios, medios técnicos y recursos retóricos y lingüísticos característico del arte contemporáneo. Fernando Castro señaló que la fórmula es contradictoria o inconsistente porque la revolución, por su propia naturaleza, es excepcional y por lo tanto no puede ser permanente. Esta critica tiene sentido en el plano estrictamente lógico pero no así en el del ¨ movimiento real ¨ para decirlo de nuevo con palabras de Marx, porque la historia efectiva del capitalismo es la historia de continuas revoluciones que, en cada coyuntura y en cada formación social, trastocan las relaciones establecidas en los ámbitos de la política, la economía, la cultura y la sociedad y que sin embargo no han hecho hasta ahora nada distinto a perpetuar el capitalismo a escala planetaria. Esa paradoja, la de la permanencia en el cambio, es la paradoja del capitalismo. Y la del arte que es más suyo: el  arte contemporáneo.        

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