Esta mañana he estado en la inauguracion, en el Palacio de Cristal de Madrid, de la intervención del escultor Evaristo Belloti en el mismo. Intervención apropiada, si por apropiada se entiende toda acción de un artista en un espacio previamente dado que en vez de subvertirlo o simplemente contrariarlo, lo subraya y reivindica. El antecedente mas notable en esta linea de actuacion lo puso hace bastantes años Carl Andre, quién dispuso en el suelo de pavimento de mármol de este pabellón - construido a finales del siglo xix como una réplica en pequeña escala del pabellón hercúleo que Paxton levantó en Londres en 1853 - un franja o un sendero escueto hecho de placas de cobre. Minimalismo puro y duro que, sin embargo, funcionaba espléndidamente en un pabellón tan transparente e ingrávido. Belloti ha hecho algo más redundante: ha cubierto prácticamente todo el suelo del pabellon con otro suelo de placas de mármol blanco que, en unos casos, son lisas sin mas y en otros tienen un bajorrelieve en forma de s alargada, estilizada. Estas últimas placas están cubiertas continuamente de agua mediante un sistema de riego soterrado. El artista invita a que el espectador se descalce y camine sobre esas placas encharcadas, con el fín de tener una experiencia digamos epidérmica del espacio. Yo lo hice. Y cuando lo hice tuve que caminar como quien camina encima de cáscaras de huevos, fijándome cuidadosamente en donde pondría el pie antes de dar el siguiente paso. porque los dichosos bajorrelieves encharcados eran una silenciosa invitacion a resbalar y romperse algún hueso. O, por lo menos, a torcerse un tobillo. Me acordé, entonces, de una de las cinco exposiciones realizadas en el 2000 en el Museo Reina Sofía y agrupadas bajo el rótulo común de Versiones del Sur. La exposicion a la que me refiero la comisarió Gerardo Mosquera y su título era ¨ Pervirtiendo el minimalismo¨ y reunió a artistas que ciñiéndose a la retórica escueta del minimalismo cargaban sus obras de una carga semántica inesperada. Belloti ha pervertido el minimalismo exponiendonos al riesgo verdaderamente fisico de esa perversión.
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