martes, 30 de junio de 2009

Cuestion de espacios.

HAMBRE 09 es el impactante título de una exposición de once artistas, inaugurada el sábado pasado (27.06.09) en Madrid. El titulo tiene, sin embargo, y a primera vista poco o nada tienen que ver con las obras expuestas, que en su gran mayoría son intervenciones en los espacios de estilo art deco de lo que durante décadas fue sede de una tiendaExtension series 2009 de telas que tenia un nombre que, con independencia de los motivos de sus dueños, resultaba muy provocador: ´ Bobo y Pequeño´. La obra que me resultó mas interesante es de Pablo Valbuena: una video proyeccion de formas geometricas en blanco y negro sabiamente diseñada para explorar las posibilidades ofrecidas por la arquitectura de uno de los rincones de la antigua tienda, ahora completamente vacía. Tambien vale la pena la intervención de Marlon Azambuja que hace parte de la serie Potencial escultórico que él viene trabajando desde hace un par de años y que consiste en generar esculturas efímeras cegando con cintas pegantes de estridentes colores industriales el espacio que hay en medio de una banca, de una silla o - como es este el caso - entre un grupo de las columnas que sostienen el edificio. El resultado es muy efectista y remite - sin que probablemente lo sepa el propio Azambuja - a unos trabajos recientes de la pintora Arancha Goyeneche, que hace un par de meses realizó una exposicion individual en el Palacio Barjola de la ciudad de Gijón, donde empaquetó y enmascaró con la misma clase de cinta auto adhesiva los pilares y las prominentes ventanas de la antigua capilla que forma parte del palacio.
Esta exposicion pone de presente, ademas, un problema que afecta a un segmento importante de los jóvenes artistas madrileños: la falta de espacios expositivos. Carencia que, obviamente, no es absoluta, si tomamos en cuenta la existencia de espacios institucionales como Matadero, Intermediae, la Sala Amadís o la de la Comunidad de Madrid situada en la Avenida de América e inclusive La Casa Encendida, orientados todos ellos a la visibilizacion y la promoción del arte jóven. Esa entelequia, esa etiqueta que contribuye a fortalecer el culto a la juventud al que sigue entregado sin remedio Occidente. Pero esos espacios resultan insuficientes si se los compara con la cifra de artistas jóvenes que hoy viven y sobreviven en la capital española y que experimentan la penosa sensación de que para ellos no hay el espacio público o privado que merecen. No es el caso ciertamente del brasileño Marlon Azambuja ni de Nuria Fuster o Busto Bocanegra, artistas que ya han realizado muestras individuales o colectivas en galerías de arte privadas. Pero, insisto, las opciones de las que disponen les parecen a estos jovenes pocas y por eso estan dispuestos a participar en una exposicion como esta que es resultado de la propuesta que le hizo a todo el grupo el inversor inmobiliario que compró la sede de ´Bobo y pequeño ´para convertirlo en un minicentro comercial de tiendas de diseño y de moda. Él gana con la realizacion de esa propuesta la publicidad ndirecta que la prensa especializada le hace al sitio y la pátina de glamour que el arte contemporáneo puede aplicar a la vieja piel de una tienda que era tan grande como popular. Y que cerró seguramente porque ya son muy pocas las amas de casa que compran telas para hacerse su propia ropa. El beneficio de los artistas está en la posibilidad de saciar, asi sea temporalmente, su hambre de espacios y exposiciones.

2 comentarios:

  1. Tampoco pasa nada porque haya pocos espacios expositivos para jovenes, quizá así se vayan acostumbrando a que cuando sean más mayores tampoco los tendrán.

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  2. Efectivamente, tiene razón María. Sólo añadir que se jodan, como los demás, y trabajen. Vergüeza debería darles estar al servicio de interesés tan golfos.

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