lunes, 22 de junio de 2009

El artista como modelo

El miercoles pasado(17.06.09) la red de lavapies organizó, bajo el titulo de ¿ Quien teme a los trabajadores culturales ?, un debate público sobre los problemas de una clase de trabajadores que, por lo demás, está ampliamente representado en un barrio como Lavapies al que la inmigración africana, asiatica y latinoamericana de las dos últimas décadas le ha cambiado radicalmente el semblante y la fisiología. El esquema de interpretación adoptado por los convocantes del debate debe mucho a las ideas del sociologo italiano Paolo Virno, quién en numerosos ensayos ha expuesto sus ideas acerca de la importancia del concepto de general intellect acuñado por Marx para comprender la naturaleza y la lógica del capitalismo posfordista, al que otros pensadores prefieren llamar de la información, de la cultura, del conocimiento o del acceso. Esta clase de capitalismo relativizó extraordinariamente el papel del obrero fabril y, en cambio, potenció la figura del trabajador autónomo y creativo, hostil a la autoridad y capaz de articular eficazmente su individualidad, su imaginación, sus sentimientos y sus competencias culturales y linguisticas difusas con los modelos productivos actualmente dominantes. Pero una cosa es el discurso de la realidad y otra la realidad del discurso vienen a decir los de la red de lavapies, quienes en el texto de la convocatoria del mencionado debate han escrito:
¨ Los trabajadores culturales son muchas veces fácilmente explotados ya que soportan tales condiciones de vida y trabajo [ la de los contratos laborales precarios, Cj ] porque creen en su propia libertad y autonomía, por sus fantasías de realizarse; habría que analizar la procedencia de esta idea de que las personas tienen la capacidad de modelarse y diseñarse a sí mismas y a su propia vida, de forma libre y autónoma y de acuerdo con sus propias decisiones, en relación con la constitución del sujeto moderno y de las técnicas de gobierno liberales y neoliberales de nuestros días.
De hecho, este modelo del artista es festejado por los poderes públicos y
económicos como muestra de una exitosa combinación de una creatividad a plena disposición y una automercantilización inteligente; el trabajador/a-empresarix debe ser al mismo tiempo el o la artista de su propia vida. Exactamente en esta mistificación que defiende el trabajo del artista como autodeterminativo, creativo y espontáneo es en la que se basan los eslóganes de los actuales discursos sobre el trabajo. Todo el mundo debe desarrollar su potencial creativo, debe ser autónomo y responsable de su propia vida; el nuevo sujeto trabajador debe ser tan
flexible y contingente como el mercado mismo, de acuerdo con las ideas neoliberales. Es problema de uno adaptarse a las situaciones: las transformaciones estructurales económicas o sociales son tratadas como desafíos personales. Estos discursos no son marginales sino que afectan a la sociedad entera, ya que mientras distorsionan absolutamente la realidad de las relaciones de producción englobadas bajo el constructo de “los creativos”, sirven de modelo del trabajo como en su día lo hizo la industria automovilística fordista ¨.


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