martes, 1 de febrero de 2011

La multitud y el museo.

Si algo ha distinguido el pensamiento y la accion política de Toni Negri ha sido la reivindicacion de ¨ la multitud ¨ como el principio constituyente llamado a tomar el relevo de la soberania popular como fuente de legitimidad de la democracia radicalmente renovada que estan exigiendo las actuales condiciones históricas. Por eso es de suponer su alegria al comprobar que esa multitud tan consistentemente teorizada ha escapado de las páginas de sus libros y se ha echado a la calle, primero en Túnez y ahora en Egipto, donde ha protagonizado un episodio que ciertamente da la razón a su tesis de que la multitud no solo se autogobierna sino que es la única capaz en definitiva de hacerse cargo de los bienes comunes. El episodio es conocido: el sábado pasado (30.01.11) la multitud atacó e incendió la sede cairota del Partido Nacional Democrático - el partido del muy odiado y detestable Mubarak - y aprovechando ese momento de furia colectiva un grupo de miserables codiciosos allanó la sede del Museo Nacional Egipcio con la intención de saquearlo. Y lo hubiera conseguido de no ser porque la multitud enardecida lo impidió cortándoles el paso y ahuyentándolos contundentemente. E hizo mas: formó espontáneamente un cordón humano que montó guardia en torno del museo para disuadir a cualquier otro grupo de desaprensivos que intentara saquearlo de nuevo. El episodio, aparte de ejemplar, es un sonoro mentís de la desaforada cantinela mediática que en Occidente - y no solo en Egipto - atemoriza en estos dias a la gente con el espantajo del ¨ caos ¨ destructivo y aniquilador que sobrevendría al desplome de una dictadura que ha gozado de 30 años de impunidad igualmente mediática. Con ese argumento intimidatorio han intentado legitimar que Mubarak haya hecho la barbaridad de sacar los tanques a la calle e imponer un toque de queda que esa misma multitud no ha tenido hasta la fecha la más minima intencion de acatar. Lo común siempre está a buen resguardo cuando está en manos de la gente común. O si se prefiere, de esa multitud tan convincentemente reivindicada por Negri.

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