martes, 27 de marzo de 2012

Hans Haacke o el aplazamiento sine die de la lírica.

Hans Haacke es un poeta cuya vocación parece, sin embargo, irremediablemente herida por esos versos en los que Bertold Brecht se queja amargamente de unos tiempos en los que escribir celebrando al pájaro o a la flor es casi un delito porque supone callar sobre tantas miserias. De la vocación poética de Haack no dejan duda muchas de las obras que realizó en el primer tramo de su carrera artística. Y de las que hay una muestra representativa en la exposición que actualmente le dedica el Museo Reina Sofía de Madrid (14 .02.12),entre las que destaco Grass Grows (1967- 1969), un montículo en el que crece la hierba con el mismo ímpetu elemental que han celebrado todos los poetas de la gran tradición romántica. Y también Bowery Seeds (1969-1970), una secuencia de fotografías dedicadas a las semillas cagadas por los pájaros que arraigaron y germinaron en la estéril terraza de un edificio del Bowery neoyorquino. Estas obras cantan la prodigiosa capacidad regenerativa de la Naturaleza, mientras que en Monument to Beach Pollution (1970), esa misma capacidad es puesta en duda. Ese año Haacke construyó un montículo con basuras y escombros en una playa de Almería, muy cerca presumiblemente del lugar donde cayó al mar una de las cuatro bombas de hidrógeno que portaba un bombardero B 52 cuando en 1966 chocó en pleno vuelo con su avión nodriza y se precipitó a tierra hecho pedazos. Si las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 anunciaron el comienzo de una época en la que la vida entera podía ser reducida a cenizas en un planeta carbonizado, y la llamada Crisis de los misiles de 1961 en Cuba demostró hasta qué punto esa posibilidad entraba en los cálculos estratégicos de la política mundial, el accidente del B 52 en Palomares añadió la inquietante constatacion de que el apocalipsis nuclear puede producirlo un simple error humano. El elegiaco monumento de Haacke parece, sin embargo, mas tributario de la imagen del planeta ahogado en su propia basura pronosticada por el Club de Roma que la del yermo sumido en las tinieblas de un interminable invierno nuclear pero, haya sido la que haya sido la que inspiró a Haacke, lo cierto es que a partir de esa coyuntura él abandona la lírica de entonación romántica y se concentra en la crítica y la denuncia de la apropiación y el usufructo del arte por el gran capital.
En la exposición del Reina Sofía figura unas cuantas obras representativas de esa nueva orientación, entre ellas Der Pralinenmeister (1981),una instalación de la que ha hecho distintas versiones y que llama la atención sobre la forma cómo Peter Ludwig, el gran empresario alemán del chocolate, utilizó el arte para promover sus negocios y enriquecerse. También figura Thank you, Paine Weber, una obra cuya primera versión data de 1979 y cuyos propósitos fueron tanto la crítica de la ideología neo liberal promovida intensamente por la publicidad corporativa de este gran empresa financiera, como la puesta en evidencia de Donald Marron, quien fuera presidente y director ejecutivo de esa empresa entre 1981 y 2001, año en el que se fusiona con UBS AG, el gigante suizo de las finanzas. Marron fue elegido en 1985 presidente del Patronato del MoMA y en 2005 consiguió que la ampliación del célebre museo neoyorquino se inaugurase con una muestra de la extraordinaria colección de arte contemporáneo que Marron compró para la empresa.
Pero la obra probablemente más nueva e impactante entre todas las expuestas en el Reina Sofía, se titula como el conjunto de la muestra Castles in the sky(2012). Es una obra compleja, que junta varias construcciones espaciales con una video proyección de 35 metros de largo, y cuyo motivo es el Ensanche de Vallecas. Un ambicioso proyecto de expansión urbanística de Madrid de 20.000 viviendas o más, cuya construcción se quedó a mitad de camino cuando reventó la descomunal burbuja inmobiliaria que infló la economía española durante más de una década. Su aspecto inacabado y fantasmal es un testigo mudo de cuan delirante fue la política que infló una burbuja que con su estallido mostró que tenía la ilusoria solidez de los castillos en el aire. Esos que Haacke evoca en su expo con una endeble construcción de cordeles y copias de las escrituras de los pisos del Ensanche que garantizan legalmente la propiedad de un piso cuyo valor e incluso su propiedad efectiva pueden evaporarse súbitamente en el aire, como de hecho ha sucedido con centenares de miles de los pisos que ofrecieron una engañosa consistencia a la burbuja inmobiliaria. A Haacke le ha llamado además la atención que los promotores del Ensanche eligieran para sus calles nombres como Arte abstracto, Pop expresionista, Arte conceptual, etcétera. Y se comprende: un artista de su orientación no podía pasar por alto que el arte moderno ha alcanzado tal grado de difusión y prestigio que los promotores inmobiliarios no vacilan en utilizarlo como un poderoso reclamo publicitario. Haacke subraya esta nueva forma de apropiación del arte por el capital poniendo junto al cartel de la calle Arte Conceptual una pieza emblemática de Hans Haacke y junto al del Arte Pop, una obra importante de Andy Warhol. Y así, hasta agotar los nombres de este insólito callejero.

3 comentarios:

  1. Pués a mi Haacke me parece un pesado, mucha crítica y poco arte

    ResponderEliminar
  2. Entrar por el ensanche de Vallecas y hacer de esa critica una obra armónica, excitante, interactiva....me parece que contiene toda la magia de la que está dotado un artista.
    Así como la gran serie del chocolatero, delicioso collage, magnetico...y al mismo tiempo relleno de la reflexión contradictoria que supone el mundo en que vivimos. Me parece extraordinario, un gran creador de nuestro tiempo. Y el recorrido literario que tu, Carlos, desarrollas encaminando la exposicion, me parece un lujo "asiático",

    ResponderEliminar