Statuephilia es una exposicion que viene de inaugurarse en el British Museum de Londres( 04.10.08) que incluye, entre otras, una escultura de Marc Quinn: ´Siren´: la top model Kate Moss, convertida en una escultura de oro de 50 kilos de peso, de estilo clasico y en postura de contorsionisa, con las piernas anudadas detras de la cabeza y la cara y el desafiante monte de Venus en los extremos del eje vertical de la composición, No es esta, sin embargo, la primera vez que Quinn aborda el tema de la belleza femenina. En el 2005 fue elegido para poner en sobre el fourth plint - la cuarta columna vacía de Trafalgar Square - la escultura en marmol y de tamaño natural de su amiga Alison Lapper. Algo que podria considerarse perfectamente normal sino hubiera sido porque su amiga, aparte de estar en el octavo mes de embarazo, carecía, carece de brazos, porque su madre fue una de las embarazadas que décadas atrás tomó Thalidomida, un fármaco alemán, que los médicos recetaban a las futuras madres con el fin de curarles la ansiedad causada por el largo y exigente período de gestación realizado en las condiciones de la vida moderna. Alison - al igual que un porcentaje importante de los fetos a quienes sus madres recetaron Thalidomida - nació sin brazos, como otros nacieron sin piernas o sin manos o sin pies o sin dedos. Tambien en esa oportunidad hubo polémica. Por ejemplo, Robert Simon, el editor del muy conservador British Art Journal, declaró ´ I think it is horrible´. En cambio el vocero de The Disability Rights Comission consideró la escultura de Alison ´powerful and arresting ´ Y el propio Quinn declaró a la BBC que habia esculpido a su amiga Mrs Lapper ´because disabled people were uder-represented in art ´. Tenía razón. Pero ¿ la tiene ahora, que ha esculpido en oro macizo a una top model que - ademas de representar el modelo de belleza imperante, imperioso - esta mas que sobre representada en los media? Desde luego, hay está la respuesta que apela a la ironía y al límite, al sarcasmo. Quinn ha querido poner en evidencia que las top model, al igual que el resto de las estrellas de la galaxia mediática, valen su peso en oro. Que su imágen no es que valga mil palabras, como dicen todavia quienes están anclados en la galaxia Gutemberg, sino que vale eso, mil o mas gramos de oro. Luego está la censura moral o moralista, la misma que en Colombia, por ejemplo, reprueba como pornomiseria las obras de arte que la ponen de presente. Para este clase de crítica, la escultura de Quinn resulta seguramente un caso pardigmatico de pornoriqueza. O sea, de exhibición obscena de la riqueza en un mundo que, con el crack de Wall Street ocurrido en estas semanas, se despeña sin aparente remedio en el pozo sin fondo de la miseria.
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