Francis Alÿs fue el artista elegido por el curador Cuahtemoc Medina para cerrar
Dominó canibal, el ciclo de siete intervenciones artisticas en la sala Verónicas de Murcia que inició hace un año Jimmie Durham. Y lo hizo con una intervencion titulada
Rayuela (16.12.10), que es ciertamente un compendio de la mayoria de las realizadas previamente por los otros artistas invitados. En ella están los desechos juntados en su dia por Durham, los bidones de petroleo convertidos en asadores por Cristina Lucas, los restos de la singular heráldica de raiz africana diseñada por Kendell Geers y pintada en los muros de este templo desafectado, al igual que lo fueron los murales evocadores de la épica revolucionaria de Tania Brugera. Alÿs dejó incluso los muros pintados en colores planos y los pavimentos igualmente minimalistas con los que Rivane Neuenschwander quiso dejar su impronta en este proyecto. El añadido de este artista flamenco afincado en Ciudad de México han sido seis monitores desperdigados a lo largo y ancho del espacio disponible, rodeados de sofas y sillones en los que pueden sentarse los espectadores que deseen seguir los seis monólogos grabadas en video que otros tantos entrevistados - entre los que figuro yo - mantenemos con las 154 imágenes entresacadas de todas las intervenciones realizadas previamente. Monólogo dificil, por no decir desquiciado, porque las imagenes se sucedían ante nuestros ojos no en el orden temporal correspondiente al de dichas intervenciones sino en el orden propuesto por Julio Cortázar, en una tabla específica, como alternativa de lectura de su novela
Rayuela. Esta decision de Alÿs impedía de hecho la composición de un comentario coherente porque las imagenes saltaban cada 30 segundos de una intervencion a la otra y al final terminaba uno por resignarse y armar - al menos eso fue lo que yo hice - un discurso que discurría con independencia de las imagenes que pasaban vertiginosamente delante de nuestros ojos.
Francis Alÿs también dibujó una rayuela sobre el suelo de las Veronicas, justamente debajo de la cúpula de la misma, y esta decisión adicional suya me dió pie para el ensayo que escribi para el catalogo general de este proyecto. Lo titulé
La alegria del nueve por referencia a las casillas de la rayuela y en homenaje explícito al
Manifiesto canibal del poeta brasileño Oswaldo de Andrade (1922), que fue igualmente una fuente de inspiracion para Cuauhtémoc Mediana a la hora de concebir y diseñar este proyecto. De Andrade reivindica en un pasaje de su manifiesto al número 9 y yo aproveché esa reivindicación para hacer una cala en la historia del dominó, un juego de origen chino, que cuando fue traido a Europa redujo su numeracion de 9 a 6, adoptando además el nombre de <<>> por asociacion de sus colores con los hábitos en blanco y negro de los monjes dominicos. Dominico era Ginés de Sepulveda, quien esgrimio el canibalismo - real o supuesto - de los indios americanos como una justificación para someterlos y dominico Bartolomé de las Casas, el misionero que se opuso a ese sometimiento. Y aunque probablemente De Andrade ignoraba este pasaje historico, lo cierto es que su manifiesto quiso darle la vuelta a la tortilla y transformar el canibalismo de suprema descalificación del colonizado en máximo signo de distinción cultural de este último. El
Domino caníbal ha pretendido adoptar la misma estrategia.
ABBOTT Y COSTELLO. WHO IS IN FIRST? EL JUEGO DE LA PALABRA TE ENGAÑA.
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