domingo, 4 de marzo de 2012

Releyendo a Ligia Clark.


El Museo Reina Sofía de Madrid ha realizado este fin de semana seminario dedicado a uno de los temas favoritos de Manolo Borja, su actual director: el de repensar los modernismos latinoamericanos. En esta oportunidad al modernismo representado por la abstracción geométrica, que experimentó un notable florecimiento en el Brasil y la Argentina de los años 40/50 del siglo pasado. Intervinieron 10 ponentes, la mayoría scholars, aunque no faltaron curadores como Guy Brett y Lisette Lagnano e inclusive un artista como Luis Camnitzer que sin embargo no estaba del todo fuera de lugar en elenco porque es un profesor jubilado, un teórico y un historiador notable. En la primera sesión(02.03.12) los cuatro ponentes centraron sus intervenciones en Ligia Clark que adquirió así un relieve inusitado que ciertamente justifica la calidad de su arte pero que, en el contexto de este seminario, estuvo muy condicionado por el hecho de que Luis Pérez- Oramas - actual curador del MoMA de Nueva York - está preparando la exposición que el museo neoyorquino le dedicará a la gran artista brasileña el próximo año. Y porque otro de los ponentes en esa misma sesión fue Ariel Jiménez, actual curador de la Colección de arte moderno de Patricia Phelps de Cisneros, que incluye obras importantes de Ligia Clark y de la que se realizará en el Reina Sofía una ambiciosa muestra también el próximo año. Sólo que no pudieron ser mas distintas las aproximaciones de ambos a la obra de Ligia Clark. La de Ariel Jiménez fue la de un investigador histórico positivista comme il faut, que describió con precisión el trabajo de la artista brasileña, mostró las diferencias y las eventuales conexiones entre su etapa de pintora y escultora neo concretista y aquella en la que se hizo performer e instalacionista. Y prestó singular atención a la relación de Ligia Clark con la obra de Mondrian. Pérez- Oramas hizo lo contrario: criticó abiertamente la aproximación puramente descriptiva al arte de Clark y se lanzó a exponer una exuberante y a ratos fantasiosa interpretación del mismo, punteada por citas eruditas que iban desde Plinio y Marco Aurelio hasta Marcel Duchamp,y que intentó anular o neutralizar la diferencia entre las dos grandes etapas de la obra de Clark,que le parece a Pérez – Oramas un mito modernista que deja de lado lo que ambas estaba en juego: el cuerpo.
A mi sedujo ese discurso hasta el punto de comentar en el descanso que se non è vero è ben trovato, pero me niego a aceptar esa neutralización de la diferencia entre la artista que todavía es pintora/escultora y la que se convirtió en perfomer. Allí se dió una ruptura que no puede suturarse por mucho que, como lo hizo Pérez- Oramas, se eche mano de la insolita lectura orgánicista que el poeta y crítico de arte Ferreira Gullar hizo en su día de la obra Ligia Clark o que se afirme que la línea en los cuadros de Ligia Clark eran en realidad inscripciones en su propio cuerpo.
Además hay que contar con un problema más general, que afecta no solo a la narración de Pérez-Oramas sino también a todas las narraciones que intentan captar y exponer la abstracción geométrica. Es el problema planteado por el hecho de que esa clase de abstracción se postula como arte absoluto, como arte que se auto determina de manera equiparable a como se auto determinan la geometría, las matemáticas o las lógicas formalizadas en matemas. Cierto que se puede reconstruir la historia de cómo se producen esas construcciones formales absolutas pero teniendo en cuenta que esas historias,así como cualquier otra historia, son las que niegan, tachan o subliman esas construcciones. O dicho de otro modo: la historia de la abstracción es ajena, distinta, radicalmente heterogénea con respecto a la abstracción misma. Y aunque sé que esta es una manera reflexionar a lo Clement Greenberg no es menos cierto que no se puede pasar por alto este hiato, esta irreductibilidad entre abstracción e historia y/o narrativa en cualquier intento de comprensión de lo que realmente es o era la abstracción que nos ocupa. Esa a la que se entregó tan decididamente Ligia Clark ya fuera siguiendo el ejemplo de Mondrian, de Max Bill o de Sofía Tauber, que fue el nombre propuesto por Estrella de Diego cuando le llegó el turno de señalar quien le indicó por primera vez la vía de la abstraccion a esta extraordinaria artista brasileña.


Nota: El titulo del seminario fue: Repensar los modernismos latinoamericanos: flujos y desbordamientos y en el intervinieron como ponentes: Alexander Alberro, Mónica Amor,Guy Brett,Luis Camnitzer, Estrella de Diego, Cristina Freire, Andrea Giunta, Lisette Lagnado, Ariel Jiménez y Luis Pérez- Oramas.

2 comentarios:

  1. Es Serge Fauchereau el que hace mas de una decada argumenta el origen de Ligia Clark en Germnan Cueto, escultor mexicano, que Fauchereau documenta en su publicación reciente sobre las "Avant Gards", como el primero que lleva la modernidad a America. Repasar las obras de German Cueto, realizadas en Paris en 1930, cuando es miembro fundador del Cercle et Carre, es una tarea esclacedora para repensar la modernidad latinoamericana.
    ANGUSTIAS FREIJO

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    1. Angus. ignoro la argumentacion que mencionas y por lo mismo no puedo decidir ahora mismo si le asiste mas razón a él que a Estrella de Diego o a Luis Camnitzer, cuando propusieron en el seminario que nos ocupa a Sofia Tauber y a Max Brill como fuentes directas e inmediatas de la primera gran etapa de la obra de Ligya Clark. Si estoy seguro, en cambio, de que la obra del mexicano Germán Cueto es crucial tanto desde el punto de vista histórico como estético. Y por lo mismo nunca deberíamos olvidarnos de su nombre a la hora de repensar y revaluar a las vanguardias artísticas latinoamericanas del siglo xx.

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