La de ayer(22.11.08) fue una jornada muy intensa, compartida con Antoni Muntadas y Mareta Espinosa. La empezamos visitando juntos, en el museo Thyssen de Madrid, ¨ 1914. La vanguardia y la Gran guerra¨, una exposición relativamente pequeña y muy cuidada, con muchas citas de pintores, poetas y escritores de la época, que empezaron celebrando la guerra - como lo hicieron con tan inquietante entusiasmo los futuristas - y terminaron condenándola o por lo menos retrocediendo espantados ante el horror y las penalidades causadas por la misma. Estan representados los pintores y los escultores que debían estar, aunque, la verdad, me sorprendió la presencia destacada de obras de Paul Klee, a quién, la verdad, no asociaba con esa traumatica experiencia. Quizás el comisario de la exposición lo incluyó pensando no tanto en que su vida - como la del resto de los europeos de la época - fue afectada inexorablemente por esa primera tentativa de la guerra total, como porque su propio arte regiostra esa desintegración de las formas que es, en definitiva, leit motiv de esta notable muestra. Desintegración de las formas en el arte y desintegración del mundo por la guerra, son los extremos de una dialéctica de la que tanto el expresionismo como el cubismo resultan tanto medios como expresiones de la misma. Aún en el sentido mas estricto, técnico si se quiere, como lo sugiere o corrobora la leyenda de que fue el propio Picasso quién sugirió al ministerio de guerra francés el empleo por primera vez en las guerras modernas del camuflaje. Se destruye, asi sea solo en apariencia, la forma de algo y este algo ya no es más reconocible.
Después de la exposición fuimos a comer al restaurante Luarques y mientras lo haciamos pasamos revista con Muntadas de asuntos, personas y situaciones, cuyo conocimiento básico compartimos, aunque Muntadas, ese viajero incansable, tiene siempre información más actualizada. Terminamos la jornada visitando, en un piso del Paseo del Prado, justo en frente del Museo, a Nacho Criado, que está ahora postrado por una grave enfermedad. Lo encontré más delgado que de costumbre pero igual de animoso e inteligente e infatigable conversador que siempre. Con Muntadas estuvo, además, remomorando viejos tiempos, entre ellos, los de los miticos encuentros de Pamplona, sobre los cuales el propio Muntadas se había visto obligado a volver debido al interrogatorio sobre los mismos a los que lo había sometido uno de nuestros historiadores de la cultura esa misma mañana. Antes, durante la comida, se había quejado de la pasión arqueológica que está devorando hoy la actualidad y la vivacidad de la actividad artistica. ¨Hace poco fui invitado a un seminario en Canadá -contó-, en el que era tan preocupante la concentración del programa de conferencias en artistas muertos, que decidí empezar mi intervención aclarando... ! que no estaba muerto¡ ¨ En fin, avatares de esa ¨ máquina de anacronizar ¨que, a juicio de Josep Quetglas, es la modernidad.
La intervención de Theo Firmo
Hace 13 años
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