lunes, 1 de diciembre de 2008

Juan Ugalde y el emborronamiento de sueños.

¨Viaje a lo desconocido¨ es el título de la muestra antologógica que Juan Ugalde inaugura hoy(01.12.08) en las salas de expos de la Comunidad de Madrid, en la calle Alcalá de Madrid. Mariano Navarro - el curador de la misma - explicó en la rueda de prensa de esta mañana que ese titulo había sido elegido por el propio artista que, con esa expresión, quería comunicar el sentido general, el rumbo si se quiere, de una obra que ya dura tres décadas: un viaje a lo desconocido. Tendrán razón, pero quizás tambien la tenemos quienes pensamos que si Ugalde ha sido durante todos estos años un explorador que se atreve con tierras desconocidas, tambien ha sido un especialista en emborronar nuestros sueños colectivos. Sueños pop, además, si por sueños pop no entendemos sólo los que tanto juego dieron en América a Andy Warhol et altri, sino tambien los sueños pop que se habian ido ¨construyendo ¨- como Ugalde dice en el titulo de uno de sus videos - durante esos años 60/70 del desarrollismo, el pisito, el 600, las vacaciones pagas, Eurovisión, los Brincos y las peliculas de la Saritisima y la (in)olvidable Marisol. O sea que aquí no había solo Marilyns, Elvis, Coca Cola y latas de sopa Campbells sino también los productos muy made in Spain que, a su manera, habían calado en las que la izquierda todavía llamaba ´las masas populares ´con la misma eficacia con que lo habian hecho las estrellas de Hollywood y de la pulp fiction televisiva en la mismisima América. Y es a los iconos de ese pop tardofranquista que no se atrevia a decir su nombre a los que se dedicó a pintarrajear Ugalde, con el mismo desparpajo y el mismo regusto por los colores agresivos de niño travieso que siempre ha sido. En la muestra de la calle Alcalá 31 hay abundantes pruebas de cómo él ha emborronado nuestros sueños. Pero ahora solo quiero referirme a dos. La primera, su apuesta por los personajes secundarios de Mortadelo y Filemón - el tebeo por excelencia- que fueron su singular manera de asumir y al mismo tiempo adulterar las lecciones de Roy Lichtenstein, cuyos cuadros como bien se sabe eran su peculiar manera de enaltecer a los grandes del comic americano, ampliandolos meticulosamente. La segunda, su insistencia en la M-30 madrileña, que hoy esta reducida por el propio Ayuntamiento al estatuto legal de mera calle, pero que en los 60/70 era un deslumbrante monumento a la modernidad por fin llegada a esta dura meseta castellana. Ella y los excalestric de la glorieta de Carlos V y de Cuatro caminos parecían entonces la demostración irrefutable de que el futuro se habia anticipado y ya estaba ´aquí y ahora´ Y fue tanto el fervor popular despertado por estos gestos urbanísticos y grandielocuentes que, un recién llegado a la Moncloa, como era el sevillano Felipe González se atrevió, en una declaración pública, a comparar a Madrid con Nueva York. ¡Que sueños los de aquel día!

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