lunes, 27 de abril de 2009

La mirada alegórica del revolucionario.

El diario Publico de Madrid publicó hace unos cuantos días un libro con crónicas sobre la guerra civil española escritas por Miguel Hernández, en el que descubro la forma como este legendario poeta vió a los ciudadanos de los paises de Europa que daban la espalda a una guerra cuyas consecuencias terminarían padeciendo muy pronto. Escribe Hernández: ...´ atravesar los Pirineos fue arrancarme de un mundo cálido, desnudo, hirviente de pasion dentro de la paz y la guerra, y hacerme pasar ante una humanidad de cartón, sentada en una comodidad de trenes de primera clase y un silencio de pobres fieras aisladas: hienas leyendo el periódico(...) zorros y lobos mirandose de reojo y gruñendo de tener que rozarse ´. En Inglaterra ´ vi a los hombres mas encerrados en un egoismo de aguiluchos rapaces y en una elegancia monótona, uniforme, llena de bombines, cuellos duros y hoteles como cárceles de recreo: una elegancia de presidiarios capitalistas, que es elegancia, si lo es, por el traje y no por la anatomía, toda rigideces y composturas.
En mi viaje (...) no pude rectificar un gesto hostil que me salió en la boca y en la frente al enfrentarme con una humanidad automática, mecanizada, sorda por indiferencia, egoista al clamor de los pueblos atropellados, manca para darles ayuda por inhumanidad perezosa, por temor a extender los brazos y retirarlos manchados de sangre.´

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