Si Walter Benjamin pudo declarar a Paris ´ capital del siglo xix ´habría que declarar pronto o muy pronto, si es que no se ha hecho todavia, que Nueva York es o fue ´ la capital del siglo xx ´. Y si en la composición del mito de Paris jugaron un papel tanto o mas que los bulevares y los pasajes las fotografías de Daguerre, Nadar y Auget, el mito de Nueva York es impensable sin los rascacielos de Manhattan y sin los efectos prodigiosos, fascinantes, de la cinematografia. De hecho Nueva York, mas que una leyenda, es una pelicula. Se comprende entonces el entusiasmo con que fuí a la sesion (15.04.09) programada por la Casa Encendida de Madrid, en la que se proyectaron 6 cortometrajes cuyo tema, cuyo sujeto recurrente, era precisamente la ciudad de Nueva York. El primero de ellos - tanto en el orden de la proyeccion, como en la primacía histórica - ´ Manhatta ´, un corto en b/n y de 11 minutos de duración del pintor Charles Sheerer y del fotógrafo Paul Strand, rodado en 1921, justo cuando la ciudad iniciaba un período de inusitada prosperidad económica, conviertiendose en un centro financiero capaz de rivalizar abiertamente con Londres, que aún era el mas importante del mundo. El corto no es evidentemente un documental - en el sentido informativo, periodístico del término - sino un extraordinario poema visual o si se prefiere una ´sinfonía de la gran ciudad ´, para decirlo con el título de la película del mismo tenor que Walter Ruttman dedicó a Berlin en 1927 . En cuanto poema habría que situarlo en la tradición de la épica moderna inaugurada por Walt Whitman y prolongada por figuras tan dispares entre sí como Carl Sandburg y T.S. Eliot. Y en cuanto acontecimiento visual con la iconografía abierta por Daguerre y replicada por Edward Weston: la ciudad como paisaje sublime, grandioso, exaltante. Pero la elocuencia de Whitman o de Sandburg no guiaron ni la mano ni la mirada ni la cámara de Hellen Lewitt, Janice Loeb y James Agee a la hora de realizar el cortometraje de 16 minutos ´ In the Street ´, rodado en 1952. Sheerer y Strand querian evidentemente celebrar la magnificiencia de la metrópoli mas moderna entre todas las metrópolis modernas de la época, subrayando las dimensiones ciclópeas y la potencia entonces inverosímil de sus rascacielos, sus puentes, sus muelles, sus estaciones ferroviarias y sus multitudes. Los autores de ´ In the Street ´pusieron por el contrario su mirada en los ´ hombres famosos ´, a cuya desafiante celebración llamaba el titulo del libro que, con fotografías de Walker Evans, publicó James Agee en 1945: ´Let as Now Praise Famous Men ´. En el libro esos ´hombres famosos ´son los trabajadores agrícolas de Nebraska y de Kansas que no querían dejarse vencer por la Gran Depresion desencadenada por el crack de la bolsa de Nueva York de 1929. En la pelicula ´los hombres famosos ´son en realidas los niños de una barriada de Manhattan, que a pesar de su pobreza, o quizás a causa de ella, se divierten de lo lindo jugando en la calle con los juguetes y los motivos mas inesperados. Viendolos reir de manera tan alegre y desenfadada no pude menos que sentir una aguda nostalgia por mi infancia tan de la calle, la pobreza y la imaginacion como la de ellos.
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