Me sorprende y a la vez me entusiasma la obstinación con la que un artista catalán como Miralda ha centrado su obra, desde hace décadas, en los alimentos y la comida. Cierto, no es el único porque son muchísimos los artistas que desde los orígenes legendarios de la pintura griega se han ocupado de todo aquello sin cuya ingesta la máquina del cuerpo no puede mantenerse y seguir funcionando. De hecho, Dario Corbeira, Eugeni Bonet y yo curamos en 2oo2 ¨ Comer y no comer. La imágen de la comida en el arte del siglo XX ¨, que intentó inventariar lo mejor que el arte de ese siglo, incluido el cine, había hecho para darle forma a esa relación. Y hace poco escribi en este mismo blog una entrada dedicada a Rikrit Tiravanija, el artista tailandés formado en Buenos Aires, que le ha dado consistencia, sabor y sazón a la ´ estética relacional ´ de Nicolás Bourriaud. También está en España Alicia Ríos, una artista igual de empecinada con el tema que Miralda, quién en los últimos años está dedicada a promover la ´urbanofagia ´, que consiste en organizar festines multitudinarios en los que los participantes se comen literalmente las maquetas a escala de los centros de ciudades importantes: Madrid, Melbourne, Londres, Las Palmas de Gran Canaria...
Pero lo que probablemente diferencia a Miralda del resto de los contribuyentes a la variedad y la intensidad de esta corriente artística, sea su intencion declarada de poner en evidencia los contextos culturales - y en definitiva antropológicos - en los que se realiza la producción, la distribución, el procesamiento, el consumo, la digestión y la evacuación de las excrecencias de los alimentos. Y no sólo de ellos. En ´ Power Food ¨, la exposición que he visitado (03.03.09) en Els Baluard - un centro de arte de Palma de Mallorca - hay un apartado importante dedicado a las pócimas, los elixeres, los fármacos y los venenos. Y se entiende bien está nueva extensión del campo de los intereses de Miralda cuando se advierte que esta muy estimulante muestra investiga, junto a las conexiones entre la comida y el cultura, las que se dan entre lo que ingerimos y la energía y el poder. De alli el título: Power Food, que no es solo la de la muestra de sino del libro abundantemente ilustrado que la acompaña: ´Power Food Lexicon ´que incluye contribuciones de una docena larga de investigadores y artistas.
Y como ahora no voy a hacer un comentario y menos un análisis detallado ni del libro ni de la exposicion, me limito a subrayar dos aspectos de esta última que me atrajeron poderosamente. El primero, la contraposicion entre las pócimas curativas y los estimulantes de la sexualidad que todavía ofrece la cultura popular latinoamericana y los anabolizantes y energizantes que ofrece la todopoderosa industria americana, en esta época en la que el body building es un ideal igual de omnipotente. Y de higiénico y puritano. La otra sorpresa la obtuve viendo una seleccion de las peliculas de animación de los años 30/40/50 del siglo pasado, protagonizadas por Popeye, the sailor, que son una demostración contundente de con cuanta rapidez y eficacia la Pop culture americana asimiló las lecciones del surrealismo. Extraordinario.
La intervención de Theo Firmo
Hace 13 años
Sí, yo certifico que todo es verdad,
ResponderEliminarM de K