jueves, 12 de marzo de 2009

Una cantina brasileña en la White Box.

Voy a la inauguracion de una exposicion de Lita Mora en la galeria Por amor à Arte de Porto (07.03.09) y descubro que la misma está coordinada con la que realizan esa misma tarde el resto de las galerias que tienen sede en la rua Miguel Bombarda y en las calles aledañas. Cerca de una veintena. La calle, cerrada al tráfico de coches desde las 4 de la tarde, se va llenando de gente, que deambula curiosa entre una galerìa y otra, y el ministro de cultura portugués asiste y declara que quiere que los galeristas se pongan de acuerdo con los artistas con el fin de convertir esa calle en foco ´ que contamine de cultura ´ al resto de la ciudad, quizás sin advertir cuán inquietante puede resultar la metáfora. El tiempo es espléndido, la tarde se desliza suavemente bajo un cielo sin nubes, visito la mayoría de las galerìa, que no muestran nada que sea del otro mundo. La excepcion: la oferta de la galerìa Fernando Santos, que expone en su sede principal obras de Jose Pedro Croft y Pedro Cabrita Reis, junto a obras igualmente interesantes del pintor Joao Louro y del escultor Ruis Sanchez. Pedro Quintas exponía, en cambio, fotografías. La otra sede, en cambio, está ocupada por los dibujos a color, acompañados de textos, de Manuel Botelho, que componen una suerte de cuaderno de bitácora o de diario ilustrado de las experiencias cotidianas de los soldados portugueses en la guerra que su país libró entre 1961 y 1974 Ángola, contra el pueblo angoleño. El poder de arte: juntar la memoria de las atrocidades sin cuento con la perfección imperturbable que rige las pinturas abstractas de Joao Louro, hechas con resina sintética.
Al final de la tarde, regreso a la galeria donde expone Lita sus retratos de familiares y amigos convertidos en gnomos, ninfas y hadas, y asisto a la subita conversión del espacio blanco y diáfano de las salas de la galería en la antesala de un cantina brasileña. De Bahia, por mas señas. Uno de los muros de la galeria resulta estar hecho de paneles que se quitan y dan paso a una espacio hasta ese momento oculto, ocupado por mesas y sillas, una barra y con las paredes llenas de estanterias y anaqueles atiborradas de amuletos, imagenes de bulto de virgenes y de santos, botellas de cachaza, animales disecados, discos de vinilo, estampas, postales, fotografías... Augusto Canedo - el artista portugués responsable del montaje de esa cantina en pleno espacio expositivo - me explica que él forma parte de un colectivo de artistas que propugna por una reivindicacion de un anacronismo, que para ellos viene a ser lo mismo que lo ´pasado de moda ´ en la vida y en el arte. Ciertamente la réplica de la cantina bahiana podría ser considerada anacrónica, pero no por ello menos atrayente. Y no solo porque tenga la misma potencia visual de Power Food - la exposición de Miralda en Es Baluard de Palma, de la que escribi antes - sino porque, además, uno podia sentarse en una de las mesas, tomarse un vino o una cerveza y servirse una buena porción de la rica feijoada que se ofrecía en el buffet de la cantina.

2 comentarios:

  1. Muy interesante lo de inaugurar todas las galerías a la vez, se hace más facil ir. Y lo de la cantina brasileña un puntazo.

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  2. De la ciudad de Porto resulta destacable el gran número de espacios dinámicos gestionados por artistas.
    Muchos de ellos y sus actividades se recogen en el siguiente blog:
    http://sombrachinesa.blogspot.com/
    Si todavía estás por allí...

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