jueves, 8 de enero de 2009

La crisis como purga de imágenes.

La crisis como purga e inclusive como ese ´vomitivo ´que recomienda el critico Miguel Ángel Hernandez como medio de librarnos del empacho que nos ha producido el consumo desaforado de imágenes, la escopofilia rampante del agonizante paradigma posmoderno. ´ Eso es lo que viene o tendria que venir ´ me dije cuando terminé de leer ayer (07.01.09) el mail de la artista Marisa González en el que me comunicaba su desagrado con la exposición From one revolution to another, resultado de la carta blanca que le dieron los responsables del Palais de Tokio al artista Jeremy Deller, ganador del Turner Prize 2004, con un vídeo sobre un estado como Tejas tanto o más inquietante que ese Bush, promotor de todas las guerras. La expo de Deller pretende ser una revisión, en plan realismo sucio, de la historia que empezó con las factorías, o sea con la revolución industrial inglesa, y terminó con la Factoria, el taller de imágenes montado por Warhol en un Manhattan que estaba en vísperas de convertirse en la capital mundial de esa globalización financiera que ahora ha hecho crack de manera tan catastrófica. Pero si esta crisis es la crisis de una desaforada inflacion de los signos, si es la crisis de la mas intensa especulación del lenguaje de los signos jamás conocida por la historia ¿ el tipo de arte que acompañó su ascenso va a salir indemne de su caida? ¿ Vamos a continuar dando curso legal al arte basura de la misma manera que durante tanto tiempo se lo dimos a las hipotecas basura? ¿ O vamos, por el contrario, hacer un alto, tomar consciencia de la intensidad de nuestro delirio y asumir la crisis como la oportunidad de una buena purga e inclusive de la ingesta del vomitivo que nos hace falta para limpiar la retina y el cerebro de tantísima imagen espurea?

1 comentario:

  1. Me parece una referencia brillante. Hemos vivido una etapa de la humanidad que se sujetaba sobre estructuras imposibles, frágiles, ilusorias, vivíamos dentro de una irrealidad económica. Nuestros dirigentes nos hicieron creer que cualquier cosa estaba a nuestro alcance, nosotros solo teníamos que tener ganas de poseerlo, ¡el dinero ya lo pondrían los bancos! Quizá no deberíamos ser duros al criticar el arte que se genera en ese momento, puesto que el arte recoge la realidad social, si la realidad era banal, el arte se impregnó de lo fútil e insustancial. En algunos momentos con sentido crítico, y en otros con total sumisión. Pero es cierto, quizá la crisis propicie el paso a una nueva revisión estética, posiblemente a una renovada consideración por la importancia del “buen hacer”, y por el menosprecio al “todo vale”, una pérdida del gusto por lo ostentoso y una búsqueda en lo próximo y verosímil; pues como dijo Robert Morris:
    “La sencillez de la forma no implica la simplicidad de su experiencia”. E.

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