domingo, 18 de enero de 2009

La pornografía o la fantasía de la libertad.

La stripper Daniela escenificó el pasado 2 de enero(02.01.09) un espectáculo erótico en la cárcel de Picassent de la comunidad valenciana, que ha dado lugar a una agria polémica pública, en la que entrecruzan los argumentos en pro y en contra de la descalificación y al límite la censura del mismo. ¨ No nos parece un espectáculo adecuado para un público recluso ¨. Con esa declaracion de Mercedes Gallizo, directora general de prisiones han estado de acuerdo desde CC OO al delegado del gobierno del Gobierno de la Comunidad Valenciana, pasando por el propio Cánovas [ portavoz de la Secretaría de Instituciones Penitenciarias, Cj]. ¨ Lamento lo ocurrido, pido disculpas `[ sic] por ello, no tuve conciencia de que el montaje que se había anunciado tenia el caracter que tuvo¨asegura Cánovas. Pecó de ingenuo, dice. ( ¨ El porno de Daniela incendió la cárcel ¨, El País, Madrid, 18.01.09) La que no está para nada de acuerdo, sin embargo es la stripper Daniela, cuyo actuación no fue pornografía en strictu senso porque consistió en un strip tease que ella adorno con las contorsiones y los movimentos consabidos, incluido en el untarse el cuerpo con crema de leche. A ella las críticas le parecen totalmente machistas: ¨ Es impresionante que se haya declarlado tal polémica - declara en el artículo del diario El País antes citado - cuando el mismo espectáculo se representó protagonizado por Rafa para las mujeres presas, se desnudó, se exhibió y nadie dijo absolutamente nada. Es inaceptable. Es inaceptable. Es machista. Y es un ejercicio de doble moral¨.
La polémica rebasa, obviamente el marco carcelario e institucional y remite al estatuto de la pornografia en esta sociedad que se supone es la de la escopofilia total, la de la circulación ininterrumpida y tendencialmente infinita de imágenes, de cuya poderosa fascinación no podemos aparentemente sustraernos. Pero si literalmente todas las imágenes están a nuestra disposición ¿ porqué seguimos poniendo objecciones o, por lo menos, restriciones a la divulgación de las imágenes pornograficas? ¿ Porqué siguen siendo todavia ofensivas? Los moralistas de toda laya - desde el Vaticano hasta el feminismo radical - tienen desde luego respuestas a estas preguntas. Pero yo quiero exponer una dictada tanto por ´ el caso Daniela ´como por ´ Los penetrados ´, la muestra de Santiago Sierra abierta actualmente en la galería Helga de Alvear de Madrid, dominada por un vídeo de 45 minutos de duración, dividido en 8 actos, en los que se ve a hombres y mujeres blancos y negros copulando de dos en dos y en todas las combinaciones raciales posibles. Mi explicacion es que el porno, más allá de la estricta literalidad gimnástica, mecánica si se quiere, a la que queda reducido deliberadamente en el video de Sierra, es un ejercicio fantasioso de la libertad que todos quisieramos tener para poder de copular sin las restricciones impuestas por la moral, las obligaciones laborales, los impedimentos legales, las convenciones sociales o nuestras limitaciones personales, sean del tipo que sean. El sexo que efectivamente practicamos es pura conciencia de la necesidad, que diria Hegel, y el que quisieramos tener, sobre el que fantaseamos sin que nos atrevamos a reconocerlo, es ese que escenifica la pornografia. Es un signo inquietante de esta época, marcada por el descontrol de las empresas y el control total de los indivudos que se les quiera negar a los presos hasta la satisfación imaginaria de sus fantasías sexuales.

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