El encadenamiento de estos 3 términos intenta fijar el despliegue conflictivo de la dialectica ínsita en la actual coyuntura. El crack por antonomasia es el de la bolsa de Nueva York: ese lunes negro de hace un par de meses, el de la quiebra sin remedio de Lehmann Brothers, cuando los valores bursátiles de los colosos empresariales del mundo entraron en barrena. Trash es la basura, la figura retórica adoptada por los periodistas económicos en su intento de aislar el virus letal que ha hecho carne en la economía de Occidente: las hipotecas basura, herederas, por lo menos desde el punto de vista nominal, de los bonos basura que tuvieron un papel igualmente deletéreo en la crisis anterior, la de 1999-2002. Riot es el motin, la irrupcion violenta de las masas en la calles, que hoy asedia como un fantasma que todos los gobiernos de orbe capitalista se empeñan en conjurar. Aunque no sabemos hasta cuando, porque en la ´periferia´ los motines se suceden, desde Grecia, Islandia y Lituania hasta Madagascar. Eso sin contar con los amotinamientos de los parlamentarios de Corea del Sur y del Canadá. La superficie absolutamente lisa del globo por el que se desplazaban girando a la velocidad de la luz las transacciones financieras, se fractura, se estría, se hace rugosa y ahora esos mismos flujos circulan venciendo resistencias cada vez más intensas y generando por lo mismo unos incrementos de temperatura de ese mismo globo que se aproximan cada vez mas al punto de ignición.
En Madrid ha habido algún motín en los últimos meses, por cuenta de los enfrentamientos entre fascistas y antifascistas que al resto de la ciudadanía le han resultado marginales y que, sin embargo, se han saldado con tres muertos, que yo sepa. El mundo del arte, en cambio, parece mas sensible que la ciudadania a la aspereza de la actual coyuntura, a juzgar por tres de las exposiciones abiertas en la ciudad(09.02.09). La primera es la de Fernando Sánchez Castillo en la galería Juana de Aizpuru. cuyo tema es precisamente el motin, que él aborda de un actitud que es por partes iguales cinica e irónica. La sala principal de la galeria está interceptada por dos barricadas que calcan las que levantan en las calles los amotinados, en los que tanto los ruedas de coches, las piedras y las cocteles molotov están fundidos en bronce. Como lo están, igualmente, los bustos del presidente de gobierno, del rey y de Honecker, el último lider de la extinta RDA. También hay cuadros, de dos clases: los realistas - o figurativos si se prefiere - que reproducen barricadas levantadas en un aula universitaria o en una calle cualquiera. Los otros son puro expresionismo abstracto en versión Cy Twombly, donde los enérgicos manchones expresionistas puestos en el lienzo se confunden con las manchas que dejan los trapos empapados de pintura lanzados contra las sedes de los bancos por los manifestantes airados. Completa la exposicion un vídeo - grabado en una explanada situada en el puerto de Rotterdam -donde dos enormes camiones anti disturbios de la policía interpretan una seductora danza de cortejo y aparejamiento al compás de un vals de Strauss. El idilio lo interrumpe la aparicion en el canal cercano de un barco bombero que lanza al aire chorros de agua mas altos y potentes que los de su rival.
La segunda exposicion apunta directamente al trash, a la basura. Es de Daniel Canogar y la componen las cinco piezas con las que él ha copado el espacio de Abierto x Obras, un espacio del antiguo matadero de Madrid que, a pesar de su nuevo uso, conserva el aspecto que le dejó el incendio del que fue victima años atrás. En ese recinto ennegrecido y claustrofóbico, Canogar ha dispuesto un auténtico memento mori dirigido a cuestionar las ilusiones, la vanidad y la codicia que se apoderaron del mundo globalizado por el capital financiero, los media y el internet. Las cinco piezas, hechas con bombillas, cables, tableros de traganickels - o sea con basura eléctrica y electrónica - muestran el lado perecedero e irrisorio de unas realidades que hasta ayer parecian inconmovibles, fascinaban sin remedio.
La tercera exposicion es la de Jota Castro en la galería Oliva Arauna. Su primera pieza es una foto impecable de la bolsa de Nueva York, cuyo cristal está, sin embargo, roto: ha hecho crack.
El resto de la exposicion carece desgraciadamente de la contundencia de las correspondientes de Sánchez Castillo y de Canogar, con la excepcion, probablemente de un afortunado objete trouve. Es una máscara ritual tallada en madera del Benin, que Jota Castro ha colgado de un pared en posición horizontal, con lo que la convierte en una patera. O sea, en una de esas barcas tradicionales de madera en la que cada dia emprenden un azaroso viaje a las costas españolas los africanos que huyen de la guerra y la miseria en sus respectivos países, creyendo que en la Europa de hoy en dia van a encontrar un paraiso. Vana ilusión que solo puede explicar la intensidad de la desesperación que padecen.
La intervención de Theo Firmo
Hace 13 años
Hola Carlos, me gusta mas este nuevo diseño del blog, el otro era un poco, no se como decirlo "vetusto". Nos vemos en Madrid estos días.
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