Ayer y hoy (12.02.09) estuve en ARCO - la feria de arte contemporáneo de Madrid - y en ambas oportunidades me encontré con Darya von Berner interpretando su singular performance. En la feria hay un espacio específico destinado a las performances pero Darya ha prefirido hacer la suya en el stand de la galeria Moriarty, donde todavia es posible encontrarla impecablemente vestida de negro, con un aspecto de gran dama de los años 30/40 del siglo pasado, completado por un sombrero de esa época, también negro. La acompaña una modelo rubia y muy alta, enfundada en un traje rojo muy ceñido, que porta una bandeja llena de caramelos, que Darya invita a coger y a degustar. Los caramelos están envueltos en un papel de plata que lleva impreso en rojo la palabra Prostitucion. La modelo se llama Cristina y es rusa, un dato de su identitad que remite a la de la propia Darya, cuyo padre fue un ingeniero aleman que al servicio del Zar trabajó en el ferrocarril que une a Moscú con Varsovia y que, debido a la revolución de 1917, abandonó Rusia y despues de rodar por Europa terminó en ciudad de México, donde se casó con Ana Marìa Palos, la madre de Darya, y la más notable traductora de Gramsci al castellano. Darya nos cuenta esta historia a Manuel Borja Villel, a Antonio Franco - un pintor de Cali que desde hace años reside en Madrid - y a la pintora madrileña Mareta Espinosa y a mí. Cuando el relato concluye y Borja Villel hace el ademán de tomar uno de los caramelos de la bandeja, le advierto: ¡ Cuidado !, que llevan impresos la palabra Prostitucion, no te vayas a buscar un problema, tú que eres funcionario de Estado. Borja Villel hace caso omiso, coge el caramelo, lo desenvuelve y se lo come tranquilamente, mientras me aclara muy risueño, que él no es funcionario público. ¨Yo soy simplemente el director del Museo Reina Sofía.¨
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